Las cicatrices corneales: su terminología a través de la historia
Dr. MARIO ESTEBAN DE ANTONIO
A las prestigiosas filólogas e investigadoras
Prof. M.ª Teresa Herrera, M.ª Nieves Sánchez y M.ª Purificación Zabía,
sin cuya generosa ayuda, hubiera sido imposible elaborar el presente trabajo
El autor
1. GENERALIDADES
«Cicatriz», voz castellana derivada de la latina «Cicatrix», es de uso común desde hace siglos. Corominas (1976) da como primera documentación la de Alonso Fernandez de Palencia, en su «Universal Vocabulario en Latín y Romance», del año 1490. Fragoso (1581) dice que, tras una llaga o herida, …«críase en su lugar cierta substancia callosa y dura, llamada cicatriz», y luego aconseja un …«agua para adelgazar las cicatrizes del ojo» (Fig. 1.).
Fig. 1. Portada de uno de los libros de Juan Fragoso, médico de Felipe II.
Juan Alonso y de los Ruyces de Fontecha («Diez Previlegios para las mugeres preñadas»; Alcalá de Henares, 1606) dice que «Cicatriz», («Stigmata», en plural) es la señal que queda tras una llaga o herida (Fig. 2). Tedrico («Manuscrito de Cirugía h.III.17», de Biblª Monasterio del Escorial; mediados del s. XV), incluye dos variantes usadas en esa época: «Cicatris» y «Cicatres».
Fig. 2. «Diez privilegios para mujeres preñadas» del Dr. Juan Alonso y de los Ruizes de Fontecha, que contiene, según Dubler, el primer vocabulario español de tecnicismos médicos 1.ª Edición: Alcalá de Henares (Madrid), año 1606.
Lavoisien («Dictionnaire Portatif de Médecine»; Paris, 1793) —muy certeramente para su tiempo— define la cicatriz como …«una señal que queda tras la curación de heridas y úlceras», consistente en …«una nueva piel, más dura, más blanca, más irregular, menos sensible y menos porosa que la primitiva». Resultan curiosas sus varias y pintorescas disquisiciones etimológicas acerca del vocablo «cicatriz»; el autor francés se inclina finalmente por juzgarle derivado del latino «caecatrix», a su vez del verbo «Caecare» (cegar), ya que …«una herida abierta, en cierta manera posee ojos; la cicatriz, al cerrarla, le priva de la vista». Puede que sea verdad, pero no cabe mayor sofisticación… (Fig. 3).
Fig. 3. Portada del excelente «Dictionnaire Portatif de Médecine», del Cirujano Militar francés Jean-Fr. Lavoisien (París/Francia, 1793).
Pero lo más curioso es que todas estas elucubraciones etimológicas de Lavoisien estaban ya recogidas —y casi con las mismas palabras— cerca de dos siglos antes, por nuestro Sebastián de Covarrubias («Tesoro de la Lengua Castellana o Española»; Madrid, 1611). ¿Fue plagio de Lavoisien? … ¿Bebieron ambos de la misma fuente? … (Fig. 4).
Fig. 4. Portada de la primera edición del «Tesoro de la Lengua Castellana o Española» de Sebastián de Covarrubias. Año 1611.
Merece también citarse la «Materia Medicinal» de Pedacio Dioscórides Anazarbeo (s. I d.J.C.), traducida en el s. XVI al castellano por el gran médico segoviano Andrés Laguna (Fig. 5). Esta obra dice textualmente que la Flor de la Sal …«extirpa las cicatrizes, las blanquezinas máculas de los ojos». Y al hablar de la Corteza del Incienso, añade que con ella …«cúranse las cicatrizes de los ojos y sus llagas hondas y suzias» (Cap. LXVII, del Libro I).
Fig. 5. Doctor Andrés Laguna (¿1510?-1560), famoso segoviano, que llegó a ser médico de Carlos I de España y del papa Julio III. Su traducción y comentarios a la «Materia Medicinal» de Dioscórides (siglo I), hizo que esta obra se conservase fresca y vigente hasta el Renacimiento.
Finalmente, todos los Diccionarios —médicos o no— consultados a partir del Covarrubias (1611), o del «Lexicon Medicum» (Fig. 6) de Stephanus Blancardo (Leiden, 1680), acogen la voz «Cicatriz» en la acepción de todos sabida.
Fig. 6. Portada del «Lexicon Médicum», de Stephanus Blancardo, en su 2.ª edición (Jena, 1683); la 1.ª fue en Leisen (1680).
2. RAÍCES DE DONDE DERIVAN LOS DIFERENTES VOCABLOS APLICADOS A LAS CICATRICES CORNEALES
Hemos investigado los vocablos usados a través de la Historia, para el caso de que estas cicatrices asienten precisamente en la córnea, hecho tan frecuente en la traumatología ocular de causa laboral. La terminología es riquísima, pero —como veremos— casi todas las voces derivan de alguna de estas tres palabras base: «Blanco», «Mancha» y «Nube».
2.1. Términos procedentes de «Blanco», por el color característico de las cicatrices corneales. Son numerosos los vocablos derivados de «Blanco», bien a través de su forma latina «Albus» («Albo» en castellano), de las voces griegas «Leukós» y «Argos», o directamente del «Blanco» español, éste —a su vez— procedente del «Blank» alemán. La palabra castellano «Blanco» es muy antigua y, que se sepa, aparece por vez primera en el «Cantar del Mio Cid» (c. 1140).
Del «Albus» latino proceden «Albugo», «Albura», «Álbula», etc.; del «Blanco» castellano saldrán «Blancor», «Blancura», etc.; del griego «Leukós» y «Argós» derivarán «Leucoma» y «Argema». Sobre todo ello incidiremos después.
2.2. Voces relacionadas con «Mancha», por la diferencia de coloración que representa una cicatriz corneal. Unos términos provienen del latino «Mácula» (mancha), ya usada por Virgilio, Cicerón, etc.; o de su diminutivo «Macella», que pasó al castellano romance como «Manziella», «Mancilla», etc. Según Corominas (1976), fue Gonzalo de Berceo (c. 1195 – c. 1268) quien primero usó la voz «Manziella» (1). Nuestro DRAE (Diccionario Real Academia Española) vigente desde 1992, aún alberga la voz «mancellar» (mancillar o manchar) y de sus derivados «Mancelladero», «Mancelloso», etc.
2.3. Voces derivadas de «Nube», quizá por ser las cicatrices corneales como nubes blancas o porque nublan la visión.
Casi todos estos derivados lo son del latín «Nubes» y «Nubis», o de su diminutivo «Nubécula», aunque otros provengan del —también latino y de la misma familia— «Nébula». De estas raíces surgirán las voces «Nube», junto a otras más arcaicas como «Nuf», «Nuue» o «Nuve», etc., y otras como «Nubércula».
Pero, como Nube es «Nefelé» en griego, igualmente de éste derivan «Nefelon» (en desuso) o «Nefelion» (empleada aún), etc.
2.4. Existen, por fin, otras palabras, sin relación alguna con estas tres familias lingüísticas precedentes, como son «tela», «lether» y «perla», de las que se hablará en su momento.
3. TÉRMINOS DERIVADOS DE «ALBO», «BLANCO» Y «LEUKOS»
3.1. De Albus
3.1.1. «Albugines»
Voz equivalente a «Albugo» que alberga la «Cirugía» de Chauliac (1300–1367), en su 1.ª ed. en castellano (Incunable del s. XV, n.º I-1169 de Bibl. Nac. Madrid). La obra, de gran éxito, fue seguida de múltiples reimpresiones, como la mostrada en la figura 7.
Fig. 7. La «Chirurgia Magna», del francés Guy (o Guido) de Chaullac (c. 1300-1367), fue una de las obras capitales de la Edad Media, que mantuvo su importancia durante siglos. Esta es la portada de una edición en español, impresa en Madrid/España, el año 1658.
3.1.2. «Albugen»
El «Sumario de la Medicina» (1498) del médico zamorano Francisco López de Villalobos (1473-1549), incunable I-1169 de la Bibl. Nac. Madrid, dice:…«Albugen, que es nube en la córnea», y lo juzga procedente de …«humores sutiles», si bien, cuando es delgado, puede ser cicatriz de un «apostema» (absceso).
3.1.3. Albura
Comúnmente, en la Edad Media llamaban así a la clara de huevo. Pero también —por su color— se denominó así a la esclerótica, y con este significado figura, según el «DETEMA» (Fig. 8), de M.ª Teresa Herrera y cols., en un «Tratado de Patología» anónimo del s. XV (Manuscrito 10051 de Biblª Nac. Madrid), donde se lee: …«se pega el palpebre a la albura del ojo».
Fig. 8. Portada de «Diccionario Español de Textos Médicos Antiguos» («DETEMA») que, en dos gruesos y lujosos volúmenes, alberga todos los viejos médicos hallados en manuscritos, incunables, etc., acompañados de su definición, sinonimia, transcripción completa de frases en que se halla dicha voz, autores y fechas. Las autoras -M.ª Teresa Herrera, M.ª Nieves Sánchez y M.ª Purificación Zabía- nos ofrecen el fruto de sus muchos años de investigación y trabajo. Recién salido al mercado (Ed. Arco/Libros, Madrid, 1996), por su interés será imprescindible a todo buen aficionado a la Historia de la Medicina.
Pero en nuestras búsquedas, nosotros también hemos localizado esta voz, como equivalente a albugo o leucoma, en uno de los «Lapidarios» de Alfonso X el Sabio. Nos referimos al «Libro de la Piedras, segun los Signos del Zodiaco», atribuido a Abolays (año 1250) y traducido en esa época por Yhuda Mosca el Menor. Al tratar «De la piedra aque dizen Çumidum» (la famosa tuthia o atutia) y «Dela Piedra aque dizen Tarnicen» (¿variedad de jaspe?), se afirma que con ellas se hacen colirios para …«sanar el albura del ojo, que se faz manziella» (Manziella = mancilla = mancha).
3.1.4. «Albumen oculi»
Según Blancardo (1680) es igual que «Album oculi» o «Albugo». Este último término, de bastante aceptación, será comentado seguidamente.
3.1.5. «Albugo»
Es voz muy extendida y aún con vigencia, si bien hace medio siglo su uso era más común que hoy.
Antonio de Nebrija, en su «Vocabulario Español-Latino» (c. 1495) lo incluye, pero como voz latina («Albugo, albuginis»), correspondiente a «Nuve del ojo».
Blancardo, en su «Lexicon Medicum» (1680), una vez traducido del latín al castellano, dice:«»Albugo» del ojo es igual que blanco del ojo, o mancha blanca en la túnica corneal» o …«una cicatriz provocada por una ulceración».
Lavoisien (1793) lo define como palabra latina con significado de «blancor», …«utilizada por los oculistas para designar una mancha blanca sobre la córnea transparente».
Un siglo después, Hurtado de Mendoza (1840) da una definición idéntica a la de Lavoisien, aunque añadiendo al concepto unas interesantes sutilezas diferenciales:«Algunos se sirven, como sinónimos, de los nombres nephelion, albugo y leucoma, pero tienen acepciones diferentes. Nefelion ó Nube es cuando en la mancha hay todavía algo de transparencia, mientras que en el albugo no hay ninguna, pues la córnea está enteramente opaca en el sitio de la mancha». Parecido a lo que indica, ya en este siglo, el «Traité d’Ophtalmologie» (1936):«Se dice nefelion si la cicatriz es superficial y albugo cuando es profunda».
Labernia (1866) en su diccionario —no médico— define Albugo como …«derrame de linfa entre las membranas de la córnea. Se diferencia de la Nube en su mayor espesor y que ésta tiene, por lo general, un color azulado» (?). Equivalencia en catalán:«Perla». Y en efecto, buscando en otros diccionarios catalanes, Albert (1932) dice: «Albugo:Perla, taca a l’ull» («Perla, mancha en el ojo»).
Littré (1905) explica de otra manera las diferencias entre las diversas manchas blancas corneales:«Albugo se diferencia de Nube en que es más opaco; y del Leucoma, porque éste sucede a una herida corneal y ofrece una sensible depresión, y una superficie lisa y brillante, que contrasta con la de la córnea transparente» (Fig. 9).
Fig. 9. Portada del «Dictionnaire de Médecine», de E. Littré, uno de los diccionarios médicos de mayor éxito. Ésta es la 21 edición: París (1905), pero su 1.ª edición fue en 1855.
Sin embargo, no incluyen Albugo: Simone Januensis en su «Clavis Sanationis» (1514), Covarrubias (1611), ni Autoridades (1726), cuya portada muestra la figura 10. Después, los diccionarios y tratados oftalmológicos, salvo excepciones, se refieren a esta voz con definiciones similares.
Fig. 10. Portada del habitualmente denominado «Diccionario de Autoridades», primero que publicó la Real Academia Española (Madrid, 1726 a 1739).
3.1.6. «Albulgo»
Sólo lo hemos visto usar a Mexía (Fig. 11), en su «Tratado Teórico-Práctico de las Enfermedades de los Ojos» (Valladolid, 1814), con ciertas matizaciones que revelan el gran confusionismo conceptual de fin del s. XVIII y comienzos del s. XIX, que ya comentaremos.
Fig. 11. Portada del «Tratado Teórico-Práctico de las Enfermedades de los Ojos». Debido al Prof. de Cirugía L.M.Mexía e impreso en Valladolid/España (1814).
3.1.7. «Albula»
Voz no habitual, localizada por M.T.ª Herrera y cols. («Detema», 1996) en «Cirugía Mayor» (f.78, manº 2147, Biblª Nac. de Madrid), de G. Lanfranc de Milán (1481), que transcribimos en actual castellano: ….«A veces queda álbula, que se produce como una cicatriz en las úlceras ya cerradas, cuando el ojo se ha curado; y en ocasiones se localiza sobre la pupila, enturbiando la visión». No obstante, en ocasiones debió aplicarse a la catarata, como parece deducirse del dibujo medieval reproducido en la figura 11 bis.
Fig. 11bis. En esta miniatura medieval «Albule oculorum» parece referirse a una catarata y no a un leucoma. Se ve al oculista con el instrumento de reclinar el cristalino y la frase latina podría traducirse como «La Albula de los ojos de esta forma se retira».
3.2. Términos derivados del castellano «Blanco»
3.2.1. «Blancor»
No consta con acepción de albugo en Covarrubias, Autoridades, Hurtado de Mendoza, Dubler, etc. Labernia lo incluye, pero lo equipara a «Blancura del ojo», para uso exclusivo en Veterinaria.
En cambio, el inagotable «Detema» aporta la voz «Blancor» como «nube o mancha en la córnea» e incluye una frase del «Compendio de la humana Salud» (1494), de Johannes de Ketham (incunable 51 de la Bib. Nac. Madrid), en el estudio, interpretación y edición por M.ª T. Herrera (1990). Dicha frase, ubicada en el folio 10 r 26, nos dice que: …«La sangría de qualquier parte dela vena enlos lagrimales delos ojos, aprovecha para aclarescer la vista, e contra todos los fluxos e manzillas de los ojos, e specialmente contra las nuuezillas e blancores que dentro dellos se hazen» (Fig. 12).
Fig. 12. Portada de una edición en castellano del «Compendio de la Humana Salud», de Johannes de Ketham (año 1494). Por cortesía del Prof. Luis Sánchez Granjel.
3.2.2. «Blancura» y sus variantes: «bllancura» (raro) y «brancura» (frecuente).
Además de la cualidad de lo blanco, e igual que «Albura», «Blancura» es la clara del huevo y la esclerótica (la «brancura del ojo, que llaman la túnica carnuda». Pero también significa nube o mancha corneal, y de esta forma se lee en numerosos escritos medievales y renacentistas.
En el Lapidario alfonsí (año 1250) se habla de las piedras y, en muchas de ellas se resaltan sus virtudes terapéuticas en Oculística, sobre lo que tenemos un trabajo incluido en esta misma revista; de él hemos entresacado las frases que siguen:
a) «Dela piedra que dizen Alfeixu en caldeo», que es la «pumita», vulgarmente conocida como «piedra pómez». Molida finamente, se aconseja como abrasivo para limpiar los dientes o raer la escritura de los pergaminos. Pero también para …«toller la blancura de los ojos» («quitar los albugos».
b) «Dela piedra que a nombre Muludintaz» (que quizás sea el «lithargirio» u óxido de plomo, también bueno para los ojos, ya que «tuelle (quita) la blancura dellos».
c) «Dela piedra que a nombre Maçaconia». Se trata de la «Mashaqûnia» árabe, mezcla de plomo, cobre y alumbre, con que esmaltaban sus famosas cerámicas. La Maçaconia …«sana la blancura que se faz en los ojos»…, etc.
Pero no sólo el Lapidario aplica esta voz, pues el «Tratado de Patología» anónimo del s. XV, estudiado por M.ª Teresa Herrera y M.ª Nieves Sánchez (1997), habla una vez de la «blancura» y otra de la «Brancura que llaman nube».
Bernardo de Gordonio (? – 1318), médico escocés establecido en Montpellier, publicó en 1305 su «Lilio de Medicina», del que se hicieron ediciones en numerosos idiomas, como, p. ej., una en castellano hecha en Sevilla el año 1495 (Fig. 13), recientemente actualizada por B. Dutton y M.ª N. Sánchez (1993). En él se recogen las enfermedades corneales, «que son ocho» y, entre ellas, …«rotura, blancura o tela, paño o mancha, cicatriz», etc. Después se leen frases como éstas: …«La octava enfermedad es la nube o la mancha y cicatriz en la córnea». …«Hay muchas enfermedades de la córnea en las que parece no haber diferencia, como son nuues e blancura e mancha e paño e tela», …«las cuales vienen por cayda o ferida del ojo, e algunas vezes son reliquias de apostemas mal curadas». «Debedes de entender, que las cicatrizes acontecen en la córnea»,… «e son todas blancas e por esso parescen manchas; e los hombres trabajan enla delas cicatrizes, ansy como sy fuessen mancha, e es una vana obra, porque la cicatriz non rescibe cura». Y así sigue sin cesar saliendo la voz blancura en multitud de párrafos.
Fig. 13. Portada del «Lilio de Medicine», de Bernardo de Gordonio, en su edición de Sevilla (1495), por los famosos impresores Meynardo Ungut y Stanislao Polono.
También Guy de Chauliac (c. 1300-1367), en su «Tratado de Cirugía» usa el término blancura: …«porque todas estas blancuras son engendradas en la córnea, algunas sin concavación o afondamiento, o notable alçamiento, las quales manzillas están sobre la pupila y entonces empescen (dificultan o impiden) la vista; y otras enderredor de la córnea, y entonces no empescen mucho». Es interesante esta frase final, donde se resalta cómo el impedimento visual difiere, según sea central o periférica la localización de la «blancura».
Como curiosidad, añadiremos que Labernia (1866) incluye «Blancura del ojo» con igual significado que antaño, aunque de aplicación exclusiva en veterinaria; el DRAE vigente (1992) dice lo mismo que Labernia.
3.3. Voces derivadas de los términos griegos «Leukós» y «Argós» (Blanco, brillante)
«Leucoma» es la más común y derivada de «Leukós». Otras son hoy prácticamente desconocidas, aunque persistan en bastantes diccionarios, incluso modernos: se trata de «Argema» y otras emparentadas con ésta, todas provenientes de «Argós».
3.3.1. «Leucoma»
«Leukós», normalmente traducido por «blanco», equivale a la «Lux» latina y, según Barcia-Echegaray (Fig. 14), es en realidad …«la primera luz antes de salir el Sol, la cual es blanca»; de ahí, su asimilación a dicho color. Pero el Diccionario Griego-Español de Pabón (1995), lo traduce por brillante, reluciente, claro y blanco. Corominas (1976) confirma que «Leukós» es de la misma raíz latina que «Lux) y aporta numerosos cultismos a que dio origen, sin que entre ellos mencione la voz «Leucoma», ni indique por tanto la primera vez en la Historia que esta palabra aparece documentalmente. Con todo, se trata de una voz de aceptación universal y creemos que la más comúnmente usada en clínica oftalmológica.
Fig. 14. Portada del «Diccionario General Etimológico de la Lengua Española», de Barcia-Echegaray (5 tomos), editado en Madrid/España (1887).
Sigamos la evolución histórica de este término que, al menos, según nuestra búsqueda, data de casi medio milenio:
- Año 1514.- «Clavis Sanationis» (Venecia, 1514), de Simone Januensis; traducimos del latín: «Leucoma.- Cicatrices blancas y duras, que aparecen en la córnea tras las úlceras. En plural: Leucomata».
- Año 1683.- «Lexicon Medicum» de Stephanus Blancardo.- También en latín, su traducción es: «Cicatriz blanca sobre la túnica córnea del ojo».
- 1793.- Lavoisien, en su diccionario de Medicina, se muestra más explícito y define el Leucoma o Albugo, como …«Mancha blanca y superficial sobre la córnea transparente, causada por un humor pituitoso y caseoso, que se junta insensiblemente y se desliza por bajo del epitelio que recubre esta membrana, y que impide la visión en tanto ésta subsista. Los viejos y los niños, cuyo calor es débil y que están castigados habitualmente por ligeras fluxiones, son los más expuestos a esta enfermedad; ella está también provocada a veces, por causas externas». Hay que reconocer que eran más acertadas las definiciones de siglos anteriores.
Posteriormente, «Leucoma» figura ya en todos los tratados de Oftalmología de los siglos XIX y XX, e igualmente en los diccionarios, médicos o no, con el mismo significado que hoy le damos.
3.3.2. «Argema» y sus derivados
Las voces griegas «Argós» y otras de su misma familia, como «Argés», «Argennós» y «Argentés», tienen todas ellas significado de «blanco», y dieron lugar a varios sinónimos de «leucoma», aunque no están exentos de cierto confusionismo conceptual, ya que —como veremos— ciertas fuentes aluden más a una úlcera corneal que a su posible secuela cicatrizal. En primer lugar, hemos encontrado el término «argema».
3.3.2.1. «Argema»
El diccionario latino de Valbuena (1808) dice ser vocablo usado por Plinio y le define como «la nube del ojo, tela ó mancha que se cría en el ojo, colorada por los estremos, y blanca por el medio». Discrepa de esto otro diccionº latino más moderno (Blanquez Fraile; 1984), quien también lo atribuye a Plinio, pero lo traduce como «ulceración en el círculo del iris» (?).
En vista de ello, hemos ido directamente a la «Historia Natural» (Fig. 14bis) de Plinio el Viejo o «el Naturalista» (c. 23 d.J.C.-79 d.J.C.), intentando aclarar estas discrepancias. «Argema» aparece primero en el Libro XXII, cuando Plinio trata sore las medicinas de origen vegetal; y, al describir el Loto, le define como …«la más principal hierba de las que nacen para regalo de los dioses. Sus hojas, con miel, desbaratan las cicatrices, argemas y nubes de los ojos». El traductor y comentarista de esta obra, que se autocalifica como «el Intérprete», es el médico renacentista español Francisco Hernández, quien lo hizo hacia el año 1576, y apunta respecto a «argema», que …«llaga es de los iris de los ojos cercana a la enfermedad de los mismos, que llaman albugo los latinos; dízenlo los españoles, en universal, nubes».
Fig. 14bis. «Historia Natural», de Cayo Plinio Segundo, traducida al castellano y anotada por el médico y humanista Jerónimo gómez de Huerta (1573-?); edición de Madrid/España (1599).
Pero más adelante, cuando Plinio se ocupa de las medicinas de origen animal, recomienda …«la hiel del gallo, desatada en agua» para las «argemas» y nubes de los ojos. Y otra vez pretende «El Intérprete» aclarar el concepto de «argema», aunque en realidad lo enreda más, pues ahora dice: «Argemas: Argemon es herida en la niña del ojo, y por la parte interna es blanco, y por la exterior, sanguina; algunos médicos la llaman Achima».
El famoso médico segoviano Andres Laguna, traductor y comentarista en 1555 de la «Materia Medicinalis» (Fig. 15) del griego Dioscórides (s. I d.J.C.), en el índice final incluye: «Argema es nube del ojo». Y, en el Libro III (capº 139, pág. 356), el propio Dioscórides describe una «yerba» (el Ormino) que, …«aplicada con miel, mundifica (limpia) el argema y los fluecos que impiden la vista». La voz «fluecos» es de discutida interpretación; significa «flecos», pero en el Covarrubias (1611) son los pelillos de la ropa o hilillos como los de la felpa. Siendo así, cabe pensar si esos «fluecos» no sería una forma de referirse a toda turbidez que dificulte la visión, desde un albugo a una opacidad cristaliniana o vítrea. De nuevo —y probablemente influido por Plinio— Dioscórides (Libro IV, capº 112) habla de los «fluecos» al describir el Loto doméstico, ya que …«Su çumo, mezclado con miel, resuelve los fluecos, las nuves, las motas blancas, y otros impedimentos que oscurecen la vista».
Fig. 15. Portada de «Acerca de la Materia Medicinal», el famoso «Dioscórides» traducido del griego y actualizado por el médico segoviano Andrés Laguna. Ésta es una edición impresa en Salamanca /España el año 1566.
3.3.2.2. «Argemón»
Juan Alonso y de los Ruyzes de Fontecha, en su Diccionario (Alcalá de Henares; 1606), incluye esta voz: «Argemón, ulceración en lo negro del ojo, apareciendo blanco». Lo del color blanco sugiere un leucoma, aunque no descartamos que en esa época metiesen en un mismo saco a las úlceras, queratitis estromales, leucomas, etc. Simonis Januensis (Venecia, 1514), en vez de «Argemón», escribe «Aregemón» como …«Úlcera en la córnea» y lo equipara a «Botrion», que Ruizes define como …«llaga de ojos en la primera túnica o en la córnea». Nos imaginamos lo que hubieran dado en aquel tiempo por disponer de fluoresceína y una lámpara de hendidura…
Del s. XVIII en adelante, hemos encontrado lo siguiente:
- El llamado «Diccº de Autoridades» (1726) describe «Argema» como «la nube que se forma en el ojo».
- Hurtado de Mendoza, en su «Diccº de Medicina y Cirujía» (1840) describe:«Argema o Argemon»: «Pequeña úlcera del círculo del iris, en parte blanca y en parte negra que describió Hipócrates».
- Cuesta y Ckener, en su «Vocabulario tecnológico de Medicina, Cirujía, Farmacia y Ciencias» (1883), cita «Arjema o Argema», como «Úlcera de la córnea, redonda y superficial, que principia por una flictena casi transparente, cuyo rompimiento deja una excavación, transparente también, que sólo se percibe mirando el ojo de soslayo».
- Barcia-Echegaray, en su «Diccº Etimológico» (1887) dice ser igual «Argema» y «Argemon», si bien define el segundo como …«especie de úlcera superficial de la córnea», pero hace derivar la palabra del latín «Argema», que es …«la nube del ojo, tela ó mancha que se cría en el ojo, colorada por los estremos y blanca por el medio». Esto nos hace pensar en, quizás, un pannus o una queratitis —ulcerosa o no— con vasos neoformados.
- Gaspar y Roig (Madrid, 1862), Littré (Paris, 1905) y Dabout (Barcelona, 1930) consideran a ambos términos como sinónimos e incluyen igual definición, casi con las mismas palabras que Cuesta y Ckener (1883): «Úlcera corneal redondeada y superficial, que comienza con una flictena casi transparente y cuya ruptura deja una excavación, también transparente, pero no es perceptible más que mirando el ojo un poco de lado». Sin duda se copiaron unos a otros y creemos que todos lo hicieron del gran Littré, ya que la fecha de 1905 corresponde a una tardía y póstuma 21.ª edición de su diccionario. Emile Littré (1801-1881) había publicado su primera edición en 1855.
- El Diccº Enciclopº Espasa (1988) cita «Argema» como …«úlcera de la córnea redondeada o superficial», en tanto el «Diccº terminológico de Ciencias Médicas» de Masson-Salvat (1992) se expresa casi igual que Littré y Dabaut.
- No incluyen ninguno de estos vocablos, los diccionarios de Peñalver (1849), M.ª Moliner (1990), ni el DRAE (1992).
Como remate curioso, en varios diccionarios hemos encontrado voces como «Argemone» y «Argemonia», indudablemente de la misma raíz, que es el Ababol o Amapola, …«planta que sirve para curar las nubes y manchas de los ojos».
4. TÉRMINOS DERIVADOS DE LA VOZ LATINA MÁCULA (MANCHA)
Según el DRAE (1992), «Mancha» procede de «Mácula» y es «parte de alguna cosa, con distinto color del general o dominante en ella». Aunque la definición no sea demasiado ajustada, se explica que hayan aplicado dicho nombre a los leucomas.
4.1. «Mancha»
Es término muy arcaico, pues ya figura en la «General Estoria» (1280) de Alfonso X el Sabio.
Aplicado al tema que nos ocupa, vemos cómo, en 1481, Guido Lanfranc de Milán en su «Cirugía Mayor» (manuscrito 2147, Bibl. Nac. Madrid, folio 78 v 60) nos explica:
…«Más unos dizen mancha solamente a unos puntos blancos, los quales se fazen en la sobrefaz de la córnea, e algunos llaman álbula mancha a aquellos puntos que se fazen en la córnea, segund lo más por una antigua obtalmía» (2).
Derivado y diminutivo de «mancha» es «Manchuela», empleado por López de Villalobos (1498) en estos versos de su «Sumario de Medicina»: …«El altarfatí es una manchuela, nel ojo nascida, bermeja o negrita», etc. ¿Qué es el Altarfatí?: lo del color rojo o negro induce a pensar en hemorragias, angiomas o nevus. Dubler (1954) lo definen tan sólo como «Mácula en el ojo». M.ª T. Herrera, M.ª N. Sánchez y M.ª P. Zabía, en su «Detema» (1996), lo consideran arabismo con significado de «mancha roja de sangre en el ojo herido», localizándolo —bajo sus variantes de «Tarfe» o «Tarphe»— en diversos pasajes de la Cirugía de Chauliac. Parece pues, que Villalobos emplea la voz «manchuela» sin referirse a las cicatrices corneales.
4.2. «Mácula»
No olvidemos los errores de estas épocas. Chauliac (s. XV) dice que …«La catharata es una mácula panicular dentro del ojo, delante de la pupila», con lo que se evidencia el error en la ubicación exacta de la catarata, persistente hasta finales del s. XVII. Aunque hubo algunas discrepancias previas, no se demostrará el lugar en que asienta la catarata, hasta que Maître-Jan en 1691 y Brisseau poco después, descubren sin dudas la realidad y la demuestran (3).
Mácula, entre otras muchas acepciones, aún persiste en el DRAE (1992) y se empleó o se emplea para designar todo tipo de manchas —patológicas o no— situadas en un tejido orgánico (piel, conjuntiva, etc.).
Respecto a nuestro tema, Dioscórides (s. I d.J.C.), en su «Materia Medicinal» traducida por Andrés Laguna (s. XVI), atribuye a la flor de la sal, la virtud de extirpar …«las cicatrices, las blanquecinas máculas de los ojos».</font>
No obstante, es evidente que mucho mayor éxito tubieron los derivados del diminutivo latino de «Mácula», muy numerosos y de los que tratamos seguidamente.
4.3. Derivados de «Macella» (diminutivo latino de «mácula»)
Muy común fue, hace siglos, el empleo de derivados del diminutivo latino de «Mácula», es decir, de «Macella» (manchita, manchilla, y de ahí mancilla). Las variantes a que dio origen, desde la Edad Media en adelante, son numerosísimas. Hemos recogido, gracias al «Detema», éstas que figuran en los libros médicos de entonces: Mancilla, mansilla, manzilla, mançilla, manzjlla, manciya (judeo-español), manciell, manciella, manziella, mazilla, maciella, maziella, maçiella. Prácticamente todas estas arcaicas formas, como veremos, se usaron frecuentemente para denominar entonces a las opacidades corneales cicatrizales. Hoy, en cambio, prácticamente sólo se usan para aludir a las «manchas del honor», «honor mancillado», etc.
Tras Gonzalo de Berceo, también —en su «Lapidario»— Alfonso X el Sabio aplicó «Manziella» o sus variantes en varias ocasiones, como por ejemplo:
a) El ágata molida, puesta dentro de los ojos, …«tuelle (quita) aquella manciella blanca que se faze en los ojos, aque dizen Nuf (nube)».
b) Los cálculos, esa …«piedra que se faze dentro del cuerpo, assí como en la vexiga o en los rennones», …«quando la muelen et la ciernen mucho, et la echan en los ojos que an la manziella a que llaman Nuf, dessata la (la disuelve)».
c) Con la athutia se hacen colirios …«para sanar el albura del ojo que se faz manziella».
En el «Compendio de la Humana Salud» (Venecia, 1491), de Johannes de Ketham, se explica la elaboración de una fórmula debida al Médico y Oculista Pietro Hispano, quien —como se sabe— fue Papa con el nombre de Juan XXI (Figs. 16 y 17). La receta estaba compuesta de hinojo, verbena, ruda, eufrasia, cominos, vino, etc., todo ello destilado en alambique. El título del epígrafe es «Esperiencia del Maestro Pedro Yspano contra qualquier manzilla delos ojos». Lo más chocante de tal prescripción —y más tratándose de un religioso— es la advertencia final:…«lo primero que saldrá dela destilación será de estimación de plata; lo segundo, de oro; y lo tercero, de bálsamo. E aquesto guardarás en tres ampollas. E quando fuere necessario, alas muy nobles e ricas mujeres, darás de lo estimado por bálsamo; a las otras, de lo de oro o plata». No cabe duda de la importancia de las clases sociales en esos tiempos… Alfredo Arruga (1997), en un delicioso trabajo sobre «Oculistas tránsfugas», incluye a Pietro Ispano y reproduce la fórmula de un colirio suyo, un …«aqua mirabilis ad omnem maculam et visum confortandum», cuyo éxito fue enorme.
Fig. 16. Página del «Thesaurus pauperum» del Papa Prieto Hispano (siglo XIII). Las miniaturas muestras escenas de boticarios preparando productos medicinales. Biblioteca Jagiellonska (Cracovia).
Fuente: «El occidente medieval cristiano». Cortesía de los autores: Antonio Linage Conde y Antonio González Bueno. «Historia de la ciencia y de la técnica». Vol. 6. Autorizado por Ediciones Akai, S.A. Aptdo. 400. Torejón de Ardoz/Madrid/España (1992).
Fig. 17. Sellos portugueses en homenaje a Pietro Hispano, el Oculista medieval que fue Papa bajo la denominación de Juan XXI.
Muchos autores usaron largamente de estas voces. Siguiendo el formidable «Detema» (1996), entresacamos de él algunos ejemplos:
a) Chauliac (s. XIV), habla de las cicatrices corneales …«las quales manzillas algunas vezes sobre la pupila están».
b) En «Suma de la Flor de Cirugía» (s. XV), de Fernando de Córdova (manuscrito 3383, folio 153 v 28, Bibl. Nac. Madrid), habla de un …«agua que vale a toda manzilla de los ojos».
c) En el «Tesoro de la Medicina» (manº anónimo del s. XV, n.º 5-I-17 de la Bibl. Colombina de Sevilla), hablan de …«esta agua contra la gran nuf (nube) de los ojos o contra manciell o cancre que se faze en los oios».
d) Finalmente, el «Libro de Recetas» de Gilberto (s. XV), manuscrito 3063 de la Biblª del Palacio Real de Madrid (folio 11 r 42) contiene esta frase: …«todo panno o nube o mansilla, o qualquier mal del ojo, tira (quita) e sana».
Es obvio que todos estos derivados del macella latino están hoy en completo desuso entre nosotros; pero ya hemos visto que en su tiempo fueron de uso muy habitual entre los médicos e incluso los profanos.
4.4. La voz «Taca» (mancha)
Fue usada, aunque excepcionalmente, para designar a los leucomas. Según el DRAE (1992), este término deriva del gótico «Taikka» (señal) y significa mancha. Así lo usó Berceo en el s. XIII (1), y lo incluyen Autoridades y Labernia en sus diccionarios.
Dubler (1954) aporta la cita de Vicente de Burgos, traductor de «De Propietatibus Rerum» de B. Anglico (1.ª ed. en castellano: año 1529), quien escribe …«Otra enfermedad en los ojos, que llamamos taca o nube» (Fig. 17b).
Fig. 17bis. Xilografía procedente del libro de Bartholomaeus de Glanville o Anglicus. «De Proprietatibus Rerum«, en una edición francesa de Henry Mayer (Toulouse, 1494).
Es lógico pensar que la voz francesa «Tache» (mancha), ya existente en los siglos XI y XII, esté emparentada con el Taca castellano y tenga idéntica procedencia; y, en efecto, los diccionarios etimológicos francesses (p. ej., el de Picoche, 1983), así lo confirman.
5. TERMINOLOGÍA PROCEDENTE DE «NUBE» Y SUS VARIANTES
La actual palabra «Nube» existía ya en el Medievo. Según Corominas, la primera vez que se lee es en el «Cantar del Mio Cid» (hacia 1140), aunque se escribiera más frecuentemente con «V» —«Nuve»—, como aparece p. ej. en el Nebrija (fines s. XV). Pero también existían otras formas atestiguadas (Nuf, Nuue, etc.), que con gran frecuencia eran aplicadas a las cicatrices corneales y que hoy están en completo desuso entre los oftalmólogos; no así entre el pueblo, que aún dice tener «una nube en el ojo», vulgarismo inusual en el lenguaje médico culto.
En general, este tipo de nombres para las cicatrices corneales puede proceder:
1. Directamente del vocablo latino «Nubes-is» o sus diminutivos.
2. Del término «Nubécula» (diminutivo latino de «nube»).
3. De la voz latina «Nébula» («Niebla» en castellano).
4. De la voz griega «Nephelé» (en castellano, «nube»).
5.1. Términos derivados del latino «nubes» y sus variantes
5.1.1. «Nuf»
Es «nube» en castellano romance y así aparece, p. ej., en el «Lapidario» alfonsí (1250): …«manciella» (manchita) blanca que se faze en los ojos, aque dizen Nuf»; …«en los ojos que an la manziella aque llaman Nuf». Y de dos siglos más tarde —s. XV— es el manuscrito anónimo 5-1-17 (Biblª Colombina, de Sevilla), que dice: …«Vale esta agua contra la gran nuf de los ojos».
Pero más frecuentes eran otras variantes, como «nuve», «nuue» o «nuuezillas», de las que M.ª T. Herrera y cols. recopilan buen número de frases en su «Detema» (1996).
5.1.2. «Nuue»
a) «Tratado de Patología», manuscrito anónimo n.º 10051 de fines s. XIV (Bibl. Nac. Madrid): …«que se fazen en las túnicas de la cornerina (córnea) e llámanlo nuue».
b) «Materia Medicinal» de Dioscórides (s. I d.J.C.), traducido al castellano por Andrés Laguna en el s. XVI: dice que el Loto doméstico (Trifolio o Trébol) …«resuelve las nuues, las motas blancas y otros impedimentos que obscurecen la vista» (Libro III, 4.º). Y el Libro II asegura que la orina …«cozida con miel en un vaso de cobre, corrige las cicatrizes, las nuues y las nieblas que ofuscan la vista». Seguidamente, la anotación al respecto, hecha por Laguna, añade que la orina, si es procedente de un individuo en ayunas, hambriento y sediento, …«es muy aguda y potente, para dessecar las llagas superficiales y resolver las nuuezillas que en los ojos se engendran».
c) «Compendio de la Humana Salud», de Johannes de Ketham (1494):…«Aprovecha para esclarecer la vista e contra todos los fluxos e manzillas de los ojos, e specialmente contra las nuuezillas e blancores que dentro dellos se hazen». Esto mismo repite el «Epílogo en Medicina y Cirujía conveniente a la Salud» (incunable anónimo n.º 315 de la Biblª Nac. Madrid; año 1495), la mayoría del cual —según Dubler (1954)— es una traducción al castellano, del original latino del citado libro de Ketham.
5.1.3. «Nuve»
a) …«E si nuve grande se le fiziere…»: De Fernando de Córdova en «Suma de la Flor de Cirujía» (s. XV).
b) Antonio de Nebrija, en su «Vocabulario Español-Latino» (c. 1495), incluye varias acepciones de «Nuve», que reproducimos en facsímil y que muestran claramente la terminología de finales del s. XV:
Respecto a este «Argema» expresado por Nebrija, nuestro diccionario de griego (Pabón, 1995) alberga «Argés-argetos» y «Argós-e-on», ambos con significado de blanco, brillante y resplandeciente; se trataría, pues, de una voz muy similar al «Lux» latino o al «Leukós» griego. Ya hablamos de ella en el punto 3.3.2.
5.1.4. Nube
Esta forma se hace más corriente según pasan los siglos y, actualmente, es la única admitida en el DRAE vigente (1992).
a) La hierba llamada Celidonia, …«puesta en el ojo, provado es que tira la mansilla (quita la mancha) o la nube del ojo, en un día». Bastante optimista nos parece esta prescripción incluida en el «Libro de Recetas» de Gilberto (s. XV). Este mismo recetario añade que …«Para tirar la nube del ojo, toma la sangre de la anguila», etc.
b) Alfonso de Chirino, en «Menor Daño de la Medicina» (s. XV), aconseja: …«Para las nubes de los ojos, alcoholar», etc. (Fig. 18).
Fig. 18. «Menor daño de medicina» de Alfonso Chirino (año 1505).
c) …«Otra enfermedad en los ojos, que llamamos taca o Nube». Esta frase ya fue comentada en el apartado 4.4., refiriéndonos a «De Proprietatibus rebus» de Bartholomeus Anglicus (s. XIII), en versión castellana de Vicente de Burgos (año 1529).
d) Agustín de Farfán (Fig. 19), en su «Tratado breve de Medicina» (México, 1592), habla de que …«quando el mal de ojos dura mucho, se hazen nubes en ellos».
Fig. 19. Portada del «Tratado Breve de Medicina» de Fray Agustín de Farfán, Agustino y Doctor en Medicina. Impreso en México (año 1592).
e) Covarrubias en su diccionario (1611), aporta —entre otras— esta acepción de Nube: «La telilla que se haze en el ojo; latine Albugo».
f) Por último, Autoridades (1726) dice textualmente: «Nube se llama assímismo aquella telilla que suele formarse dentro del ojo, y le obscurece, impidiendo la vista. Lat.: Oculi Nubécula. Albugo. FRAG. Cirug. Tratados de los Simpl., en la voz Trébol.: Tiene tal propiedad que con su zumo se quitan las nubes pequeñas de los ojos. LOP. Dorot. f 207: «Coxo y no de espina, calvo y no de tiña, ciego y no de nube, no hay maldad que no encubre».
Son interesantes estas dos citas de autores, pues se trata del médico Fragoso y de nuestro inmortal escritor Lope de Vega.
«Frag.» es Juan Fragoso, cirujano de Felipe II y autor de «Cirugía Universal» (1.ª ed. 1581). Sus palabras repiten las de Dioscórides y Laguna antes comentadas; por fuerza fueron copiadas de éstos, ya que Fragoso es posterior.
«Lop.» es Lope de Vega (1562-1635) quien, en la «Dorotea» reproduce ese conocido refrán, existente también en el G. Correas del 1625; aquí no sabemos quién copió del otro, ya que son contemporáneos, pero lo más probable es que el refranillo fuera anterior a ambos. Apoya esto el que Hernán Núñez, en sus «Refranes o Proverbios» del 1555, cuando Lope de Vega tenía sólo 7 años, incluyó uno muy semejante y con idéntico matiz peyorativo contra los tuertos: «Tuerto y no de Nube, so la piel gran mal encubre»
5.2. Nombres basados en el diminutivo latino «Nubécula»
5.2.1. «Nubécula» (nubecilla)
Aun sin figurar en el actual DRAE, es palabra de uso corriente entre los oftalmólogos de hoy para designar pequeñas opacidades corneales, como las secundarias a cuerpos extraños corneales. Lo hemos oído también aplicar a esa tenue turbidez superficial difusa, secuela de la cirugía refractiva con Laser excimer; creemos que no es la palabra idónea y que sería preferible utilizar el término «Nébula», perfectamente definido por Pita Salorio en su «Diccionario Terminológico de Oftalmología» (1994).
Nubécula fue, no obstante, aplicada para designar la catarata en lengua latina. Así, según Blázquez Fraile (1987), Plinio (s. I d.J.C.) habló de las «Nubeculae oculorum» e igualmente lo hizo Antonio de Nebrija (c. 1495), como vemos en facsímil:
Bien es cierto que entonces, sin biomicroscopio, les podía ser difícil diferenciar ambas entidades clínicas, máxime cuando hasta fines del s. XVII no se conoce exactamente la ubicación de la catarata.
Más adelante, en 1840, Hurtado de Mendoza (Fig. 20) define la «Nubécula», como …«sinónimo de nube o pequeña mancha en la córnea», acepción que se repetirá de forma parecida en la mayoría de los Diccionarios posteriores a éste.
Fig. 20. En 1840, M. Hurtado de Mendoza publicó en Madrid este importante «Diccionario de Medicina y Cirugía», muy interesante para conocer el estado de la Medicina de mediados del s. XIX.
5.2.2. «Nubércula»
Sólo encontramos este término en Dubler (1954), al aportar esta frase sita en el «Tratado de las Drogas y Medicinas de las Indias Orientales, etc.» de Cristóbal de Acosta (Burgos, 1578), quien refiere varios productos (clavo, nuez moscada, etc.) que …«clarifican la vista y quitan las nubérculas de los ojos».
5.2.3. «Nécula»
Es definida por Stephanus Blancardo («Lexicon Medicum Graeco-Latinum»; Leiden, 1680), como «Albuginem tenuem et nubeculam». En ningún otro diccionario latino hemos topado con esta voz, lo que nos ha hecho pensar si existió realmente, o se trata de un error de imprenta o incluso un apócope de nubécula.
5.3. Términos derivados del latino «nébula» (niebla)
El «Nébula» latino significa neblina o niebla; y, tanto «Nébula» como «Niebla», han sido usados como denominación de tenues opacidades cicatrizales de la córnea, hasta el punto de que —bajo esta acepción— aún figuran en obras diversas, médicas o no, desde hace siglos hasta hoy.
5.3.1. «Niebla»
Según Dubler (1954), «Niebla» ofrece dos significados: «Grumos en la orina y nubes en los ojos». Limitándonos al campo oculístico, hemos encontrado esta voz en varios documentos.
Guy de Chauliac (s. XIV) la usa, aunque nuevamente surge la confusión con la catarata: …«es vista dentro de la pupila assí como niebla acuosa; quanto a su fin, es dicha catharata, porque devieda (impide o estorba) la vista, assí como la catharata del molino».
Bernardo de Gordonio, en el Libro 3, capº 3 del «Lilio de Medicina» (1305), afina más: …«Sesta passion (enfermedad) es la niebla en la córnea», enfermedad donde …«algunas vezes la humidad corre a la córnea, e engéndrase ahí un fumo e una niebla, e escurécese la vista», y su tratamiento consiste en purgar al enfermo.
Dioscórides (s. I d.J.C.), en Libro II, cap. 73 de «Materia Medicinal» traducida por Laguna, también nos habla del tratamiento de las …«cicatrizes, nuues y nieblas que offuscan la vista».
Autoridades (1726), entre otras acepciones, define Niebla como …«Enfermedad de los ojos, que los obscurece y estorba la vista».
Dediquemos ahora unas líneas a Hurtado de Mendoza (1840), quien sostiene que Niebla …«se usa en Cirujía como sinónimo de Achlys, Mancha en el ojo». «Achlys», que era voz totalmente desconocida para nosotros, según este mismo autor significa: …«Niebla, obscuridad», y es …«enfermedad de los ojos, en la cual, una cicatriz formada por una exulceración de la córnea transparente, se halla situada enfrente de la pupila, e intercepta por consiguiente los rayos de luz»; se trataría, pues, de un leucoma central. Hemos investigado después sobre la voz griega original y encontramos «Axlús», que el diccionario no traaduce «niebla», sino «Oscuridad, tinieblas y sombras». Por fin, Vidal (Fig. 21) —en 1785— despertará mayor confusión al definir el término como «úlcera superficial» de la córnea (4). Por otra parte, en griego existen «Nephelé» y «Nephós»; y estas voces, que sí significan «Nube», darán lugar a «Nephelion» o sus variantes, de que hablaremos enseguida.
Fig. 21. Portada del «Tratado de las Enfermedades de Ojos», de Domingo Vidal (1785).
«Niebla» consta aún en el cual DRAE (1992), en el sentido de …«Nube o mancha en la córnea» (acepción 2.ª); pero en lenguaje culto oftalmológico, lo usamos más en el concepto de síntoma (el enfermo dice «veo niebla»), que como alteración objetiva, y nunca decimos que el enfermo padece una «niebla» en la córnea. Y si un enfermo refiere tener niebla, lo mismo es por una uveítis, queratitis o catarata, y no forzosamente por un leucoma.
5.3.2. «Nébula»
Esta voz latina, como tal, se usa poco entre nosotros, pero mereció con toda justicia entrar en el excelente «Diccionario Terminológico de Oftalmología» de Pita Salorio (1994), con esta definición: «Nébula corneal.- Opacidad corneal tenua y nebulosa, visible en la lámpara de hendidura por dispersión escleral».
Creemos mejor reservar «Nébula» para designar una tenua y extensa opacidad, superficial y difusa, como la que puede quedar tras una queratitis o una fotoqueratectomía con Láser excimer. La voz resulta muy acorde con este tipo de cicatrices y, a la vez, marca diferencias con «Nubécula», cuyo significado —desde siglos ha— es el de una opacidad más o menos densa, pero siempre de pequeño tamaño y bordes netos, como p. ej. la cicatriz puntiforme consecutiva a un c.e. corneal.
5.4. Derivados de la voz griega «Nephelé» o «Nefelé» (nube)
Según el «Abregé de la Mythologie universelle» de Fr. Noël (París, 1805), Nephelé era el nombre de la segunda esposa de Athamante, rey de Tebas, a quien dio dos hijos. Dicho rey retornó a su primera mujer, a la que un oráculo había exigido que fuesen inmolados a los dioses ambos niños; a punto de comenzar el sacrificio, Nephelé se transformó en nube, envolvió a sus hijos, les cargó sobre el lomo de un carnero de vellón de oro y salvó así sus vidas.
El hecho es que «Nephelé» es nube en griego y de dicha voz procede el vocablo «Nefelion», equivalente a «nube» o «nubécula».
El primer documento en que hemos logrado encontrar esta voz es en «Clavis Sanationis», incunable en letra gótica n.º 7479 de la Biblª de Santa Cruz, en Valladolid. Se trata de un vocabulario médico impreso en latín (Venecia, 1514), escrito por Simon Januensis, en el que figura «Nefelon» y donde remite a la palabra «Ulcus»; en ésta se habla de las úlceras del ojo y de sus cicatrices de color humo o nebuloso, que impiden la visión («colore fumeo vel nebloso, impediens visum»), cuando asienta en el centro de la pupila.
Posteriormente, Juan Alonso de los Ruyzes de Fontecha, en «Los diez privilegios de las preñadas» (Alcalá de Henares, 1606), expresa escuetamente:«Nephelion: nubecilla del ojo».
Años después, Stephanus Blancardo, en «Lexicon Medicum Graeco-Latinum» (1.ª edición: Leiden, 1680), también incluye el término bajo la forma de «Nephelae», que son «tenues oculorum albedines», es decir, «blancuras tenues de los ojos».
Hurtado de Mendoza (1840) define así la palabra:«Nefelion: Nephelium (del griego Nephelé, nuve). Nombre que se da á una mancha blanquizca de la córnea, al través de la cual se ven los objetos como si estuviesen cubiertos de una gasa ó de una nube».
Hoy día, «Nefelion» y «Nubécula» son sinónimos que pueden usarse indistintamente, si bien nos parece que el primero de ellos se oye menos que hace medio siglo, lo que nos induce a pensar que esté un tanto pasado de moda, y más entre las jóvenes generaciones de oftalmólogos.
Como una última curiosidad procedente de esta misma raíz griega, aportamos la voz «Nephylo» o «Nefilo», que hemos localizado en el tratado de Mexía (1814) cuando el autor hace las descripciones de «Albulgo, Leucoma y Nefilo».
6. ULTIMOS VOCABLOS APLICADOS A LAS OPACIDADES CORNEALES: «LETHER», «PUNTO», «PAÑO O TELA», «PERLA» Y «DRAGON»
6.1. «Lether» o «Leter»
Guy de Chauliac tiene una frase en el folio 138 de su «Chirurgia Magna» (incunable del s. XV, n.º 196 de la Biblª Nac. Madrid; 1.ª edición latina en 1363; 1.ª en francés: 1478; 1.ª en castellano: finales s. XV), donde figuran nombres de todo género de opacidades corneales. La frase es ésta:
…«es de entender que la mácula, la qual Jesus llama lether, es en alguna manera señal o cicatriz, punto albulam, nébula o nube, paño o tela, o pieça, la qual Albucasis llama ungula adiposa; y Benvenutus, flosculum de nieve, escama o lenteja, o perla»; …«las quales manzillas algunas vezes están sobre la pupila y entonces empescen (estorban) ala vista; y algunas enderredor dela cornea, y entonces no enpescen mucho. Algunas dellas son sotiles (sutiles, tenues), las quales non pasan la superficie dela córnea; mas otras son gruessas, que passan la primera o segunda corteza; e algunas son planas e otras un tanto elevadas o alçadas, como si en ellas hubiese alguna materia endurescida y enfiltrada» (5).
Primeramente llama la atención el término «Lether», de confuso contenido, ya que se meten en un mismo saco —el de las máculas o manchas—, a las cicatrices, álbulas, nébulas y nubes, blancuras, manzillas, etc., de las que ya hemos tratado. Pero se añade la llamada por Albucasis «ungula adiposa», que sin duda alude al pterigión. Interesantes son los párrafos finales, donde se citan diversas formas o características de los albugos; así, p.ej., resalta que pueden ser planos o sobresalientes; tenues o superficiales («sotiles»), o profundos y gruesos («que pasan la primera o segunda corteza»). Y por último, se comenta su repercusión funcional, según la cicatriz asiente en el centro o la periferia corneales.
6.2. «Punto»
Surge también la voz «Punto», sólo localizado en el imprescindible «DETEMA»: el «Tratado Médico» anónimo del s. XIV (Manuscrito n.º 10051 de la Bibl. Nac. Madrid), habla de los …«muchos forados (orificios), assí como puntos que se hacen en la cornerina (córnea)». Parece deducirse que, aunque estén englobados por Chauliac en un mismo grupo, no se trata de cicatrices corneales, y así parece confirmarlo la «Cirugía Mayor» de Guido Lanfranco de Milán (1481), cuando dice:
…«el punto se faze segund lo más (lo más frecuente) por fuerte clamor (quejido), o por fenchimiento de sangre (plétora sanguínea, muy probablemente por una H.T.A. todavía desconocida en esa época), por las quales cosas se quiebran los orificios de algunas venas e fazen punto en el ojo, para lo qual vale (sirve) la sangría».
Vemos en estas palabras la descripción de una equímosis subconjuntival por hipertensión arterial, pero nada en relación a opacidades corneales a pesar de las palabras de Chauliac antes reproducidas.
6.3. «Paño» o «Tela»
Estos términos sugieren el pannus, sea o no tracomatoso. Bernardo de Gordonio (1495), no obstante, usa también estoss vocablos cuando asegura que existen muchas enfermedades que se parecen …«ansy como nubes e blancura e mancha e paño e tela», cuya procedencia puede ser …«algunas vezes por cayda o ferida del ojo, el otras vezes son reliquias de apostemas (inflamaciones o abscesos)». Evidentemente, aquí son considerados secuelas de traumatismos o de otros tipos de afecciones corneales.
Ruyzes de Fontecha (1606), en cambio, lo asimila a …«catharata, telilla que impide la vista de los ojos; agua quajada allí». Covarrubias no alude a nada oftalmológico (1611); sin embargo, Autoridades (1739), entre numerosas acepciones de «Tela» acoge ésta: «se llama assimismo aquella nubecilla que se empieza á formar sobre la niña del ojo. Latín: subtilis albugo». Es decir «albugo» tenue.
Labernia (1867), Donadíu (finales s. XIX) y el actual DRAE (1992) contienen esta voz y reproducen textualmente la primera frase de Autoridades, sin concretar nada más ni añadir la correspondencia latina con que éste aclara perfectamente la definición.
6.4. «Perla»
Es éste un último vocablo con que terminamos y completamos el tema. Dado el color de las perlas, se explica el uso de este símil para definir algunas patologías de la córnea, en que sobre ella aparezca una mancha blanquecina. No obstante, tal como veremos, existe también cierto confusionismo al respecto.
En 1793, Lavoisien —en su diccionario médico— habla de la «Perla» que es sinónimo de «Asterisco» o …«pequeña mancha opaca en forma de estrella, que asienta en la córnea transparente».
Hurtado de Mendoza (1840), en la voz «Perla», explica que …«varios oculistas dan este nombre al albugo, cuado está resplandeciente como una perla. Otros llaman Perla á un absceso formado entre las láminas de la córnea transparente».
Labernia (1866) la define como …«padecimiento de los ojos, que se demuestra por la aparición, en la córnea, de un tumorcito semejante a una perla».
Donadiu (1896) resulta algo más explícito, al decir que es …«Absceso desarrollado entre las láminas de la córnea transparente, que empuja hacia adelante las más exteriores, en términos de producir un tumor lenticular de color blanco, semejante al de las perlas»; con ello, retrata un absceso y no un leucoma.
Por fin, Littré (1905) dice escueta y sin posible confusión: «Perle:l’albugo». Y ninguna más de las fuentes consultadas, desde Covarrubias al DRAE, pasando por Autoridades y Dubler, aportan nada oftalmológico al respecto.
6.5. «Dragón»
Para Hurtado de Mendoza (1840) es «Término griego con que suele designar el vulgo las manchas de la córnea transparente, cuando son de mucha estensión; como el Leucoma y Albugo, pero más gruessas y elevadas que éstas»; y acaba el autor añadiendo que «también dan algunos este nombre al orzuelo». Actualmente, Espasa (1988) y DRAE (1992) dan a «Dragón» igual significado de leucoma, aunque aplicado a los ojos del caballo y otros cuadrúpedos.
7. LA CONFUSIÓN TERMINOLÓGICA DE FINALES DEL S. XVIII
Nuestros colegas de fines del s. XVIII y comienzos del XIX, se hacían un verdadero lío y entremezclaban los conceptos de Nube, Albugo, Leucoma, etc., de forma que a veces cuesta saber si hablaban de una queratitis, un pannus o una cicatriz corneal. Para investigar el tema, hemos entresacado las explicaciones de algunos de los más significativos autores españoles y extranjeros, cuyos libros originales tenemos la suerte de poseer; serán, por tanto, datos de primera mano, extraídos de los tratados siguientes:
a) Saint-Yves.- «Nouveau Traité des Maladies des Yeux»:Amsterdam (1767).
b) Deshais-Gendron.- «Traité des Maladies des Yeux»:París (1770).
c) Domingo Vidal.- «Tratado teórico-práctico de las Enfermedades de los Ojos»:Barcelona (1785).
d) Mexía.- «Tratado teórico-práctico de las Enfermedades de los Ojos»: Valladolid (1814).
e) Scarpa.- «Tratado de las Enfermedades de los Ojos; ed. española: Barcelona (1828).
f) Lawrence.- «Traité pratique sur les Maladies des Yeux»:París (1830).
g) Stoeber.- «Manuel pratique d’Ophtalmologie»:París (1834).
7.1. Saint-Yves (Fig. 22)
Charles de Saint-Yves (1667-1736) fue un fraile, cirujano y oftalmólogo francés que, en su «Nuevo Tratado sobre las Enfermedades de los Ojos» (ed. post-mortem; Amsterdam-Leipzik, 1767) se expresó así:
«El Albugo es una especie de Mancha que sobreviene en la córnea transparente, causada por un jugo blanquecino que se detiene en la sustancia de esta membrana»… «Algunos confunden esta enfermedad con los Abscesos corneales y la cicatrices que en ella quedan tras un absceso o una úlcera; pero, para no confundirse, debe recordarse que los abscesos que se acompañan siempre de una violenta inflamación con considerables cefaleas; en tanto que en el Albugo no hay más que ligera inflamación, junto a punzadas y lagrimeo, sin dolor de cabeza.»
«Las Manchas y Cicatrices difieren también en que éstas no sufren inflamación y pueden exponerse a la luz sin incomodidad. Pero en el Albugo, además de la inflamación que le acompaña, no se puede soportar la luz. Añadid a ello, que el color del Albugo es menos blancuzco que en las cicatrices.»
Parece, pues, que Saint-Yves llama «Albugo» a las queratitis no ulcerosas; absceso, mancha y cicatriz tenían un concepto similar al de hoy. Y la voz «Leucoma» no aparece por ningún sitio.
Fig. 22. Portada del «Nouveau Traité des Maladies des Yeux», del oculista francés Charles de Saint-Yves. Edición de Amsterdam y Leipzig (1767).
7.2. Deshais-Gendron (Fig. 23)
Louis Florent Deshais-Gendron se expresa así en su «Tratado de las Enfermedades de los Ojos» (París, 1770); capº 7.º, dedicado al «Leucoma o Albugo» («Du Leucome ou Albugo»): «El Albugo es una mancha blanca que sobreviene en el ojo, sobre la córnea» … «Los griegos le han dado el nombre de Leucoma». Pero cuando ya creíamos que estos dos nombres identificaban las cicatrices corneales, siguen unas explicaciones que lo desmienten:
«El Albugo está causado por un estancamiento de la linfa nutritiva que obstruye los vasitos linfáticos de la córnea» … «Los signos que permiten reconocer al Albugo son una ligera inflamación ocular y leve dolor con algo lagrimeo. El enfermo apenas resiste la luz; por el contrario, en las cicatrices no hay inflamación y el enfermo soporta perfectamente la luz» … «Añadiremos que las Cicatrices tienen color blanco-perla y generalmente son circunscritas, en tanto en el Leucoma las manchas son blanco-yeso.»
Resumiendo: Albugo, sinónimo de Leucoma, para Deshais-Gendron equivalía a la queratitis de hoy. Y lo que ahora decimos «Leucomas», son simplemente llamados «Cicatrices de la córnea transparente».
Fig. 23. Portada del 2.º tomo del «Traité des Maladies des Yeux», de L.F. Deshais-Gendron. París/Francia (1770).
7.3. Vidal (Fig. 21)
El Dr. Domingo Vidal, médico de la Armada española y Profesor del Real Colegio de Cirugía de Cádiz, publicó en Barcelona (1785) su «Tratado de las Enfermedades de los Ojos». Poco aporta Vidal, ya que —en el prólogo— honradamente reconoce que su libro está en gran parte «traducido á la letra o libremente» de Maître–Jean, Saint-Yves, etc., y principalmente de Deshais-Gendron. Y en efecto, el Cap. IV, que trata «Del Leucoma o Albugo», es una transcripción casi literal de este último autor francés. Por cierto que, en el índice final —quizás por error de imprenta— se lee «Alburgo» en vez de «Albugo».
7.4. Mexía (Fig. 11)
L.M. Mexía, Profesor de Cirugía en Valladolid, publica en su ciudad el «Tratado teórico-práctico de las Enfermedades de los Ojos» (1814). Aquí no se trata de error de imprenta, pues repite incesantemente «Albulgo»; también, ya lo veremos, aparece como novedad la voz «Nefilo o Nephilo», equivalente a la mucho más común «Nefelion o Nephelion».
Mexía, en el Cap. II —sobre el «Albulgo, Leucoma y Nefilo»—, difiere ya en su concepto de Leucoma. El Albulgo (sic) consiste «en el derrame de una linfa opaca entre las láminas de la córnea». En cambio, el Leucoma es …«una cicatriz de su texido, á consecuencia de herida, úlcera ó de las viruelas»; es decir, un concepto como el de hoy.
«La Nube es producida por la optalmía crónica y el Albulgo por la optalmía aguda». El color de la opacidad sirve para diferenciar ambos procesos: «El del Albulgo es mate o cretáceo, y después adquiere el color de perla. El leucoma le tiene gris ó pardusco. Aquel se disipa con más facilidad que éste, pues sucede —por lo común— desvanecerse el albulgo, luego que cede la optalmía», etc. «El leucoma, comúnmente es incurable; pero la Nube o Nephilo, es —de todos— la de curación más segura y fácil».
Resumiendo:Leucoma es una cicatriz corneal; y Nube, Albulgo y Nefilo englobarían las queratitis en sus diversas formas (intersticial, flictenular, etc.). En disculpa de nuestros antepasados oculistas, recordemos que carecían de lámpara de hendidura, colorantes para tinción de lesiones, etc.
7.5. Scarpa (Fig. 24)
A. Scarpa (1752-1832) es el famoso Cirujano, Anatomista y Oftalmólogo italiano, descubridor de múltiples y conocidas estructuras anatómicas que llevan su nombre. La Oftalmología le debe su «Saggio di osservazioni e d’esperienze sulle principale malattie degli occhi», traducido a varios idiomas, entre ellos el español bajo el título de «Tratado de las Enfermedades de los Ojos». Nosotros tenemos la versión procedente de la 5.ª edición italiana (Barcelona, 1828).
Fig. 24. Portada del «Tratado de las Enfermedades de los Ojos», del famoso Prof. Antonio Scarpa, el gran Anatomista que dedicó parte de sus afanes a la Oftalmología. Se trata de una versión al castellano, impresa en Barcelona/España (1828).
Primero habla «De la Nube de la córnea» (cap. VIII), que …«es uno de los efectos más molestos de la optalmía crónica», y que es distinta del «Albugo», del «Leucoma», y «de aquella especie de mancha de un pardo perla subido, densa, callosa, comunmente libre de inflamación, y producida por el derrame de una materia glutinosa en la sustancia de la córnea, ó por una cicatriz de esta membrana, efecto de úlceras o heridas con pérdida de sustancia». Pero a pie de página, incluye esta cita de Avicena (Libro 3, Traº 2, cap. 17): «Sabed que el albugo es algo sutil que aparece en la superficie del ojo y es llamado Nébula; y otras veces es grueso, y se denomina Albugo absoluto».
Continúa Scarpa describiendo las neovascularizaciones corneales de estos procesos, vasos que son prolongación de los conjuntivales y «que culebrean por la superficie esterior de la córnea».
El cap. IX trata …«Del Albugo y del Leucoma», entidades —repetimos— diferentes a la Nube, ya que ésta proviene de una «optalmía crónica», en tanto Albugo y Leucoma son resultado de una «optalmía aguda grave». La diferencia entre ambos es que, en el Albugo, la optalmía aguda …«hace exalar de las estremidades de los vasos arteriales; una linfa densa y concresible entre las láminas que componen la córnea». El Leucoma, en cambio, es …«el resultado de una cicatriz dura y callosa de la córnea, consecuente á una úlcera ó herida con pérdida de sustancia».
7.6. Lawrence (Fig. 25)
El Dr. londinense M. Lawrence escribió un libro, del que poseemos su edición francesa: «Traité pratique sur les Maladies de Yeux» (París, 1830), donde —al igual que en las obras anteriores— también existe cierto confusionismo.
«La palabra opacidad es un término general que abarca todo cuanto altera la transparencia de la córnea. Así, esta palabra comprende todos los grados posibles de opacidad, desde el más ligero trastorno hasta la opacidad completa. Se denominan Nubes, Nébula, a la oscuridad ligera de la membrana, que consiste en una mancha blanca-lechosa, que no impide más que levemente el paso de la luz. Se designan Leucomas y Albugo, a las opacidades corneales más pronunciadas; se llama Mácula a ligeras manchas pequeñas. El color de la opacidad varía según los casos; generalmente es blanco azulado, lechoso o grisáceo; a veces tiene un tinte opalino o plateado; e incluso, en otras, ofrece un brillo metálico. La opacidad puede ser de un blanco mate, como mármol; también se la ha visto amarillenta o un poco rojiza.»
Este tono rojizo induce a pensar en una vascularización de la opacidad, sea ésta una queratitis, úlcera o pannus.
Fig. 25. «Traité pratique sur les Maldies de Yeux», de William Lawrence, traducida del inglés al francés por el Dr. Bilard. Ed.: J.B. Baillière; París (1830).
7.7. Stoeber (Fig. 26)
A Victor Stoeber, de la Fac. Medicina de Estrasburgo, debemos el «Manuel pratique d’Ophtalmologie» (París, 1834), que, en su cap. IV, sección II, se ocupa de las «Taches ou Taies de la Cornée (Maculae corneae)». Según diccionarios médicos de esa época o posteriores, todos ellos franceses (p. ej., Littré: París, 1905), «Tache» es mancha en general, y «Taie» es …«nombre bajo el cual se describen colectivamente el Albugo, el Leucoma y la Nube, es decir, todas las manchas y opacidades que sobrevienen en la córnea», lo cual revela cierto matiz diferencial con la «Tache».
Fig. 26. Portada del «Manual Práctico de Oftalmología» de Stöber (parís, 1834).
Veamos ahora lo que escribe Stoeber, para quien —de entrada— «Tache y Taie» son dos voces equivalentes:
«Se llama Tache o Taie a un oscurecimiento crónico de la córnea, que consiste, bien en una cicatriz, bien en la presencia de linfa, pus o sangre solidificada entre las láminas de la córnea; o entre éstas y la membrana de Demours.»
Recordaremos que la membrana de Demours es hoy más conocida como Descemet; Pièrre Demours fue un oculista francés (1702-1795) que la describió.
Sigue Stoeber diciendo que las «Taies» engloban gran número de variedades, siendo las de mayor interés el Nephelion o Nube (Achlys, Nébula, Nubécula), el Albugo, las Cicatrices de la córnea, y los oscurecimientos corneales purulentos, sanguíneo; y periférico, a los que hoy llamaríamos absceso, infiltración hemática, y arco senil o gerontoxon. Nos interesan sólo los tres primeros.
7.7.1. Nefelion.- Oscurecimiento gris-blanquecino, nuboso, muy poco intenso y superficial (bajo el epitelio corneal). Sospechamos que alude a los diversos tipos de queratitis superficiales.
7.7.2. Albugo.- Mancha extremadamente intensa, blanca-yesosa, situada profundamente entre las láminas de la córnea. ¿Se referiría a la queratitis parenquimatosa?; resulta confuso, ya que después sigue:…«La opacidad que marca el paso de Nefelion a Albugo, antes era llamada Aegis; la Mancha, que se caracterizaba por un blancor nacarado, recibía el nombre de Perla (Margarita, Paralampsis); y se utilizaba —como sinónimo de Albugo— la palabra Leucoma. Palabra que algunos autores modernos dan diferente significación y se sirven de ella para designar a las cicatrices corneales».
7.7.3. Cicatrices de la córnea.- «Se forman tras heridas, abscesos o úlceras. Pueden situarse en superficie, en el espesor, o en su cara interna; en este último caso, se trata de abscesos que se abren a la cámara anterior del ojo. Las cicatrices se caracterizan por una opacidad de límites muy netos, con forma generalmente lineal o circular, según provengan de heridas, pústula o úlcera». …«A veces la cicatriz se rodea de un oscurecimiento más o menos extenso: es lo que los autores llaman Cicatriz leucomatosa».
Prosiguen más explicaciones sobre las manchas corneales; en general no causan dolor; molestan a la visión, especialmente si son muy opacas o centrales; a veces están vascularizadas; y en otras, puede adherirse el iris a la córnea, con «varicosidad del globo del ojo» (¿rubeosis?).
Dados los medios exploratorios de entonces, es realmente disculpable el confusionismo que hemos comentado. Por ello, se explica que metieran en un mismo cajón, tanto a lesiones activas, tipo queratitis agudas o crónicas y ulcerosas o no, como a las inactivas, tipo Leucomas u otra clase de cicatrices. Al fin y al cabo, todas eran «Manchas»…
8. EPÍLOGO
Para elaborar este trabajo de Filología oftalmológica, hemos investigado numerosas fuentes indicadas en la Bibliografía final: viejos manuscritos e incunables, antiguos y modernos diccionarios, léxicos médicos y no médicos, y viejos tratados de Oftalmología.
«Blanco», «Mancha» y «Nube» son las tres raizes básicas, de las que —bien del propio castellano o a través de sus equivalentes en griego o latín— procede la mayoría de los vocablos usados en el curso de la Historia, para designar a las cicatrices corneales. Dichas raíces nos han servido para seguir después la pista a los diferentes términos hallados, con significados a veces dispares, y cuya sorprendente cifra sobrepasa el medio centenar.
Terminado este trabajo, me llega la triste noticia. Por ello, como final, mi recuerdo pleno de emoción y gratitud, que sirva de homenaje —desgraciadamente póstumo— al Prof. Emiliano Hernández Benito, Maestro en Historia de la Medicina y Ergoftalmología, cuya reciente pérdida lamentamos todos. A él debo ánimos y apoyo para mis investigaciones y trabajos sobre Historia de la Ergoftalmología. Su ejemplo, y el recuerdo de su buen hacer, cordialidad, generosidad y sencillez, quedarán por siempre entre nosotros.
10. BIBLIOGRAFÍA
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NOTAS
(1) Quisimos confirmar este aserto de Corominas y, en efecto, la «Obra Completa» de Gonzalo de Bercelo (Ed. Gobierno de la Rioja/España; Espasa-Calpe, Madrid, 1992) alberga la poesía en «cuaderna vía» titulada «Del Sacrificio de la Misa», donde se leen estos versos:
«Dizeli: Hostia pura, sancta, non manzellada, / ca (pues) tal fué Jhesu Christo:nol fallecïo (no le faltó) nada / puro fué sin pecado, sancto, cosa provada, / nin tacha nin manziella, non fué en Él fallada.»
(2) «Obtalmia» es lo mismo que «Oftalmía», palabra que ofrece multitud de variantes. El «DETEMA» de M.ª Teresa Herrera y cols., aporta éstas:Abtalmja, Obtalmia, Obtalmie, Obtalmja, Otalmia y Otalmja.
(3) Curiosamente «Nubeculae Oculorum» fue aplicado por Plinio a las cataratas, lo cual no debe extrañar ya que, hasta comienzos del s. XVIII no se certificó que la opacidad asentaba en el propio cristalino; antes se aseguraba que era la opacidad de una «tela» pre-iridiana, existente ante la pupila. Este error —incomprensible hoy— persistió muchos siglos. Será preciso llegar al s. XVII para que Quarré (1643) y Lasnier (1651) sostengan diferente opinión; pero no se confirmaría hasta que Maître-Jean (1691) lo demostrase tras la autopsia de una mujer fallecida un mes después de haber sufrido la reclinación bilateral de ambos cristalinos. Esto fue publicado por dicho autor en su «Traité des Maladies des Yeux» (París, 1701), y el hecho es confirmado por Brisseau en varios trabajos (1705, 1706, 1708 y 1709). Aún Así, cuando Brisseau lo comunicó a la «Academie des Sciences» el 18-XI-1705, rehusaron concederle su aprobación.
(4) Lo más curioso es que la voz «Achlis» figura en Esteban de Terreros (Madrid, 1786), pero con una definiición sin la menor relación con la Oculistica, ya que «Achlis» …«llamaban los Griegos Jentiles al primer Sér que existía antes del mundo, y aún antes del Caos, y de quien decían que todos los demás Dioses trahían su sér y orijen».
(5) Aparecen aquí tres ilustres personalidades médicas de la Antigüedad:
— Jesús, que seguro es el llamado Jesús Haly o Alí Ibn Issa, médico árabe de fines s. X o inicio del XI.
— Benvenutus es Benvenutus Grasseus, más conocido por Bienvenido de Jerusalén (o de Salerno), médico y Oculista cristiano del s. XII, y Profesor en Salerno y Montpellier.
— Albucasis (Abulcasis o Abulk Kassim) es el celebérrimo médico hispano-árabe nacido en Córdoba (c. 936-c. 1013).