La oculística en los viejos «lapidarios». Apuntes históricos

 

Dr. MARIO ESTEBAN DE ANTONIO

 

«Todo omne sabio debe saber que Dios puso
sus virtudes en yerbas e en las Piedras»
(«Macer Herbolario», manuscrito anónimo siglo XV,
n.º 7-6-27, Biblioteca Colombina; Sevilla/España)

 

I. INTRODUCCIÓN

La «Lapidoterapia» o «Petroterapia» agrupa aquellos medios terapéuticos basados en piedras y minerales diversos. Consta históricamente que estas «formas medicamentosas» fueron ya usadas por la arcaica Medicina egipcia, oriental, árabe, cristiana y americana pre-colombina. Hirschberg (1) («The History of Ophthalmology», I; 1982) dedica a ello las págs. 198 a 206.

Contenau (2) (1938) cree que la más antigua referencia a la «Lapidoterapia» se halla quizás en una tradición asiria muy anterior a Cristo, cuyos textos afirman que las piedras poseen por sí mismas ciertas virtudes, basadas en sus cualidades físicas (forma, color, transparencia, etc.). Una epopeya asiria explica cómo el dios Ninurta fue ayudado en sus combates por ciertas piedras y, cuando logró la victoria final, otorgó bello aspecto y nombre a las piedras que le fueron fieles, destinándolas —como premio— a fines curativos o de culto religioso; por el contrario, castigó a las adversarias a perder el brillo y las destinó a usos vulgares. De las piedras citadas en estos textos asirios, se describían 15 que, con sólo llevarlas encima, protegían contra epidemias, evitaban trastornos menstruales, o aplacaban a los dioses, a cuyos enfados era atribuida toda enfermedad.

D’Harcourt (3) (1939) afirmó que en el Perú pre-colombino se usaba una piedra verde, la «Coravari», imposible de identificar con certeza, que —finamente pulverizada— se aplicaba a los ojos en pequeña cantidad, para clarificar la vista y curar el lagrimeo.

Cabanés (4) (1896) apuntó que, en la antigüedad, el Zafiro preservaba contra el «Mal de ojo» y, aplicado sobre los ojos en pequeños glóbulos del tamaño de un guisante, eliminaba el polvo, mosquitos o cuanto se hubiera introducido en ellos. Idéntica propiedad tenía el ónix.

En 1961, Lanet (5) cita al obispo Marbrode (1035-1123), quien pensaba que el Zafiro servía para curar úlceras y otras enfermedades oculares, a condición de que quien lo llevara consigo se comportara castamente. También, aplicado en el ojo, limpiaba legañas y otras suciedades; y, finamente pulverizado, desecaba las humedades oculares.

En el S. I d.J.C., Dioscórides (6) (Fig. 1) dice que el polvo de «Saphir» (zafiro), bebido, …«reprime las uvas, y ampollas, y otras qualesquier excrecentias que suelen engendrarse en los ojos; aliende que conglutina y suelda sus túnicas rotas». «Uva» era el segundo grado en el enclavamiento de un iris herniado; el médico árabe Alcoatí (7), en su «Libre de la Figura del Uyl», según versión al catalán por el Mestre Joan Jacme (8) en el S. XIV, lo explica muy bien y da distintos nombres según su grado o intensidad: …«La 1.ª sera poca e aura nom cap de formica (cabeza de hormiga); la segona es quan ix a en fora, e a nom gran de raym». Las 3.ª y 4.ª se llaman «Pomat» y «Boça de clau». Y el manuscrito 10.051 (9), anónimo del S. XV, existente en la Bibl. Nac. Madrid/España, insiste en lo mismo:…«el segundo, que es mayor el llauamento (enclavamiento), e llámanlo Uva».

 
Fig. 1. Supuesto retrato de Pedacio Dioscórides, tomado de «Vida y Labor médica del Dr. Andrés Laguna» (de Dr. Teófilo Hernando. Ed.: Junta de Castilla y León; 1990). El presente retrato procede a su vez de la obra de Jani Antonii Saraceni. Lugdunaei, Medici, Suntibus haeredum Andreae Wecheli, claudii Marnii, & loan, Aubrii. M.D. XCVIII. B. de la F. de Medicina de Madrd. 615. 3.º, D62 p. y en la B.N. de Madrid.

El Dr. Laguna (10-12) (Figs. 2 y 3), en sus notas al «Dioscórides», aprovecha el zafiro para darnos dos magistrales lecciones de Yatrogenia y Deontología médica. La primera está así redactada: …«Conviene advertir, que los fragmentos de qualesquiera piedras preciosas, deven de ser molidos sobre alguna porphira o mármol, hasta que se hagan polvo impalpable. Porque si se dan a beber las tales piedras grosseramente molidas, no penetran al coraçon, y a las vezes con sus agudas esquinas hieren los interiores miembros; y moliéndose en almirezes de bronze o cobre, trahen consigo la substancia del mesmo metal mezclada, y ansí, en lugar de ser saludable remedio, son tósigo. Por esso, anden sobre aviso los médicos y guárdense que, pensando socorrer al enfermo, no den con él de patas arriba en el otro mundo, administrándole remedios excellentes, empero mal dispensados».

 
Fig. 2. Retrato del Dr. Andrés Laguna, que figura en el «Dioscórides». Debajo mostramos su original firma, descubierta por D. Juan de Vera en una escritura. Todo ello procede de «Vida y Obra del Dr. Andrés Laguna», obra de varios autores editada por la Junta de Castilla y León (1990), que amablemente me permitió su reproducción para este trabajo monográfico.

 

 
Fig. 3. Anotaciones al «Dioscórides», por Andrés Laguna, segoviano, médico del Papa Julio III. Editada en Lion (Francia), el año 1554.

 

La lección deontológica no es menos simpática:…«Se tiene también por Saphir, aquel que ordinariamente trahen por ornamento los médicos, procurando grangearse con anillos el crédito y la reputación, que con las letras no pueden los desventurados. Da la qual pompa ganan, que los pobres enfermos, viéndoles tan hinchados y tan llenos de diges, no les osan dar poco, ni se atreven à les reprehender su ignorancia».

Otro ejemplo de arcaica «Lapidoterapia» enseña el «Lapidario Orfico» (13) (anónimo, ¿S. II a.J.C.?), cuando dice …«en verdad, agrada a los dioses celestiales el hermoso ópalo, que ha sido creado como protector de los ojos».

Juan Fragoso (14) (Fig. 4), cirujano de Felipe II y autor de «Cirugía Universal» (1.ª ed. 1581), se refirió a una piedra semipreciosa, la Turquesa, en esta forma: …«La Turquessa se tiene por especie de piedra cyanea o azul, de quien se escrive que conforta grandemente la vista y que, si alguno comete adulterio, de azul se torna verde, y que a vezes se despedaça, no consintiendo que en su presencia se cometa cosa tan torpe y fea».

 
Fig. 4. Portada de uno de los libros de Juan Fragoso, médico de Felipe II, y uno de los pioneros mundiales de la Medicina Legal. En su «Cirugía Universal» no olvida hablar de las piedras como elementos útiles en Terapéutica.

 

Pero en general, suele atribuirse a las piedras preciosas mayor valor terapéutico que a las vulgares; y, claro es, no podía faltar la Esmeralda. El gran Aristóteles [citado por Lanet (5), 1961] ya advirtió que …«la costumbre de mirarla disipa los oscurecimientos de la vista». …¿Procedería de esto el tan discutido hábito de mirar a través de una esmeralda, como —según Plinio el Viejo— solía hacer Nerón para observar los combates circenses? Se ha especulado sobre si dicha esmeralda estaría tallada en forma de lente, para corregir una posible ametropía del emperador romano; pero Murube (15) (1983) piensa que más bien lo hacía por «divertimento».

No obstante, el hecho está recogido de muy diferente forma en el «Lapidario de San Isidoro» (16) («Etimologías», Libro XVI, cap. VII), que dice así: …«No se encuentra entre las piedras preciosas ni entre las plantas, la vivacidad del verde de la esmeralda; que sobrepasa a la de las plantas y frondas o llenan de color verde al aire que hay alrededor. Ninguna gema da descanso más grato a los ojos de los que la tallan o pulen. Por la parte que están planas reflejan las imágenes como si fueran espejos, y el mismo César Nerón contemplaba, reflejada en su esmeralda, la lucha de los gladiadores». Se afirma aquí, pues, que Nerón no miraba a través de la piedra, sino que observaba lo que se reflejaba en ella; cosa que nos parece poco creíble, tanto si esta superficie era plana o curva.

El tercer «Lapidario» de Alfonso X (17-20) encuentra grandes virtudes en la esmeralda, pues el que la tuviere consigo …«habrá grand entendimiento et bona memoria para retener quanto aprenda de los saberes, et será amado et onrado de los hombres». Según el 4.º «Lapidario» la esmeralda hace ser …«siempre bien recebido de los reyes», y el 2.º asegura que quien la llevase …«será mucho amado de las mugieres». ¿Existiría ya esta idea en épocas de la Roma imperial y acaso Nerón intentaba aprovechar estas virtudes eróticas de la piedra?

Basten los ejemplos citados para evidenciar cómo, en muchas piedras, se sumaba la acción curativa, contra enfermedades oculares o de otros órganos, a otros efectos más o menos milagreros, basados en supersticiones o hechizos, cosa que con enorme frecuencia repetirán los «Lapidarios». Pero también se usaban para curar traumatismos oculares o sus secuelas, como veremos a lo largo del presente trabajo.

 

II. LOS LAPIDARIOS

El estudio de las piedras se encuentra principalmente en los llamados «Lapidarios». Según Calvo Delcán (21) (1990), los Lapidarios —sean orientales o europeos, y anteriores o posteriores a Cristo— son textos de curiosa tradición y casi siempre compilaciones de otros anteriores, que se van enriqueciendo progresivamente, siendo muy probable que deba buscarse en Oriente su más remoto antecedente histórico.

Han existido numerosísimos Lapidarios a lo largo del tiempo y, de ellos, algunos puramente mineralógicos; pero la mayoría entremezcla el estudio de las piedras con supersticiones y aspectos médicos, astrológicos o mágicos. Ya en el S. IV a.J.C. está el de Teofrasto y, en el S. I d.J.C., el de Plinio el Viejo dentro de su magna «Historia Natural». Dioscórides (6), cirujano griego del ejército de Nerón, dedicó a las piedras como agentes terapéuticos gran parte del Libro V de su «Materia Médica», obra que después actualizará el médico segoviano Andrés Laguna (10-12) en su edición de 1555, a la que seguirán muchas otras hasta finales del S. XVIII; ello manifiesta la importancia de esta obra, básica en la Medicina y Farmacia de muchos siglos.

Muy interesante es el «Lapidario Orfico» (13) (¿S. II a.J.C.?), escrito poético de autor desconocido, que describe 28 piedras, expresando sus cualidades, poderes y virtudes, tanto contra la picadura de animales ponzoñosos, como para evitar o curar diversas enfermedades, u obtener el favor de los dioses.

Ya en el S. VI, San Isidoro de Sevilla (16) dedicará el Libro XVI de sus famosas «Etimologías» (Fig. 5) a la descripción «De las Piedras y Metales», que quedó con el sobrenombre de «Lapidario de San Isidoro» y está notablemente influido por la «Historia Natural» de Plinio el Viejo; lo hemos leído con detenimiento y contiene solo escasísimos datos de interés médico. En la baja Edad Media (S. XI), aparecerán el Lapidario de Pselo y el de Marbodo de Rennes.

 
Fig. 5. San Isidoro de Sevilla (c. 560-636), autor -entre otras numerosas obras- de las famosas «Etimologías», auténtico monumento cultural de su tiempo, cuyos Libros IV y XI resumen de la Medicina y Oculística de la Alta Edad Media.

 

Da idea del interés de la Lapidoterapia, la aparición de un floreciente comercio de piedras —preciosas o no—, con virtudes curativas; incluso había mercaderes medievales dedicados a su venta pública (Fig. 6).

 
Fig. 6. Mercado medieval de piedras preciosas con virtudes terapéuticas.

 

Pero para nosotros, el Lapidario más interesante es, sin duda, el mandado recopilar por Alfonso X(1221-1284), cuya formidable labor cultural le valió el sobrenombre de «El Sabio», aun antes de ser coronado rey (Figs. 7 y 8).

 
Fig. 7. Alfonso X el Sabio, rey de Castilla (1221-1284), según miniatura procedente de sus «Cántigas de Santa María» (Biblioteca del Monasterio del Escorial). A este monarca se deben otras importantes obras, entre las que se cuenta el «Lapidario», base principal de este trabajo.

 

 
Fig. 8. Sello real de Alfonso X el Sabio, monarca Castellano-Leonés desde 1252 a 1284, cuya labor en todos los campos de la Cultura fue impresionante.

 

III. LA OCULÍSTICA EN LOS LAPIDARIOS Y, EN ESPECIAL, EL DE ALFONSO X EL SABIO

Hemos estudiado el Lapidario alfonsí en el ejemplar impreso por Gredos S.A. (1981), basado en el manuscrito escurialense H. I.15 y acompañado de una magnífica Introducción, Notas y Vocabulario de la filóloga S. Rodríguez M. Montalvo (22). Después hemos completado los datos de él extraídos, con lo que —en sus respectivas épocas— aportaron otros autores y, en especial, Dioscórides (S. I) y el Dr. Andrés Laguna (S. XVI).

Nosotros hemos entresacado de él todo cuanto atañe a la Oftalmología, pareciéndonos una magnífica manera de conocer la Oculística bajo-medieval. El primero de los cuatro Lapidarios alfonsíes supervivientes, es el que más datos nos proporcionó; las citas oftalmológicas de los tres restantes son más escasas, aunque no exentas de interés.

Para una mejor comprensión de los textos medievales, hemos modificado ligeramente algunas palabras: «ojo» en vez de «oio», etc. Y, cuando surgen expresiones poco inteligibles por anticuadas, hemos añadido entre paréntesis su «traducción» a un castellano más actual.

Para abreviar, hemos suprimido casi todas las descripciones físicas de cada «piedra», debiendo anticipar que varias —perlas, coral, etc.— no lo son realmente; y también hemos eliminado los influjos astrales y zodiacales sobre el efecto terapéutico de las piedras. Por último, hemos de advertir que el nombre dado a éstas en el Lapidario, puede resultar confuso; ello se debe a que sus autores —generalmente hebreos o árabes— usaban una extraña nomenclatura procedente de sus respectivos idiomas. Por si fuera poco, muchas piedras no son identificables o lo son con dudas.

El Lapidario alfonsí se componía en realidad de quince Lapidarios, todos del S. XIII, de los que se perdieron once, y hoy se conservan sólo restos más o menos importantes de estos cuatro, sobre los que se basa fundamentalmente nuestra investigación:

A. «Libro de las Piedras, según los grados de los Signos del Zodiaco», atribuido a Abolays (autor árabe de ascendencia caldea), y traducido por Yhuda Mosca el Menor. Fue terminado el año 1250.

B. «Libro de las Piedras según las Fazes de los Signos». Anónimo, aunque quizás compuesto o traducido también por el mismo Yhuda Mosca, ya que existen muchas semejanzas de letra y lenguaje con el libro anterior.

C. «Libro de las Piedras según la conjunción de las Planetas», también anónimo y con igual tipo de letra que el anterior.

D. «Libro de las Piedras, ordenadas por el ABC», atribuido a Mahomat Aben Quich.

 

A. «Libro de las Piedras según los signos del Zodiaco»

Se divide en 12 partes, correspondientes a cada signo zodiacal, y cada parte describe 30 piedras. Ello sumaría un total de 360 piedras, pero en el manuscrito faltan 58, por lo que las descritas se reducen a 302. De éstas, sólo reseñaremos unas sesenta, que son las únicas piedras relacionadas directa o indirectamente con la Oculística.

 

1. «De la Piedra aque dizen Aliofar» (signo de Aries)

Es la «Perla», que se halla …«en la grand mar que cerca el mundo enderredor, en unas conchas muy grandes, que se crían desta guisa».

Dadas a comer, son útiles en varias enfermedades. Después se citan sus aplicaciones oftálmicas: …«Et otrossí, fazen polvos dellas, que ponen en los ojos pues esclarece mucho el viso (aclara mucho la vista), esforçando los nervios et tolliendo los bafos (quitando los vahos o empañamientos de la visión), et enxugando la humidat que descende a ellos».

 

2. «De la Piedra aque dizen Anetatiz» (Aries)

Rodríguez Montalvo (1981) aclara que «Anetatiz» es mala grafía de «Ametatiz» («Aimatitis» o Hematites=sesquióxido de hierro). Existe una variedad parda o «Limonita» y otra roja u «Oligisto», antaño llamada «Piedra Sanguina» o «Piedra de estancar sangre», muy usada como hemostático durante siglos. M.ª Teresa Herrera y cols. (23) (1996) en su magnífico «Diccionario Español de Términos Médicos Antiguos», recoge numerosas frases sobre esta piedra, sacadas de tratados médicos de los S. XIV a XVI (Chauliac, Laguna, Gordonio,…).

Tocante a la Oftalmología, el Lapidario alfonsí relata las virtudes de la Anetatiz o hematites y la aconseja contra la epífora:…«Si echaren desto que semeja sangre en los ojos que an lágrimas, vieda las (las impide)». Además: …«presta (es útil) a todas las enfermedades de los ojos que son por humidat, et esto es por la gran calentura et sequedat que a en ella». «E faz aún más: que aquel que la cata (mira) cada día en la mannana quando se levanta, es seguro de no aver postema (abscesos) en los ojos».

Los maravillosos efectos obtenidos con sólo mirar las piedras, se dan también en otras. Así, páginas después, se describe la «Yzf» o Jaspe (Aries), capaz de dar fuerza a la vista, confortar el espíritu y dar alegría a quien, llevándola consigo, la mire todas las mañanas.

Siguiendo con la Hematites, Dioscórides (S. I. d.J.C.) la juzga útil —mezclada con miel—, para adelgazar y raer las cicatrices y asperezas que afean los ojos; y, disuelta en leche, servía para las oftamías y otras perturbaciones oculares. Laguna añadirá en 1555, que el licor que sale tras restregar hematites con zumo de hinojo, sobre otra piedra de pórfido o mármol, es remedio admirable para clarificar la vista y desecar las llagas de los ojos; e, igualmente, juzga preferible hacer las «aguzaderas» (piedras de afilar) con hematites para, sobre ellas, batir y moler los colirios o polvos oculares.

La tradición curativa de la hematites en Oculística era proverbial. Ya en el «Lapidario Orfico» se resaltaban elogiosamente sus poderes: …«Los aedos celebran con razón la llegada de este efluvio del cielo entre los hombres. Pues la hematites no quiere que a los mortales les sobrevenga una nueva afección a los ojos y, si la bebes disuelta en blanca leche, elimina la más antigua. Y si haces una mezcla con tu saliva y dulce miel, y mojas en ella la piedra disiparás toda afección de los párpados». Vemos ciertas sospechosas coincidencias entre el «Lapidario Orfico» (¿S. II a.J.C.?) y el Dioscórides (S. I d.J.C.); como existen dudas sobre la fecha del primero, es imposible conceder la prioridad a uno de ellos.

El Lapidario alfonsí cita también otra hematites, la «Sedinech» (Sagitario), que …«adelgaza la grossura delas cuencas de los ojos. Et si la mezclan con leche de mugier, sana la enfermedad que dizen obtalmía, et las llagas de los ojos, et la comezón que se faz en los ojos».

 

3. «Dela Piedra que a nombre Belyniz» (Aries)

Es el «Berilo», que …«a color de aire claro et limpio» y …«es muy luziente como el aire, de guisa quel passa todo el viso» (le traspasa la vista). Se resaltan así las cualidades ópticas y gran transparencia del Berilo, con el que se fabricaron las primeras lentes. Gordonio (fin de S. XIII) es quien primero habla del «Oculo berillino». Después, en 1363, Chauliac (24,25) (fig. 9) indica los «Ocularios vitri aut berillorum» para la «Debillitas visus». Y reliquia lingüística del latino «Berillus» es el actual «Brillen» alemán, con significado de gafas.

 
Fig. 9. La «Chirurgia Magna», del francés Guy (o Guido) de Chaullac (1300-1367), fue una de las obras capitales de la Edad Media, que mantuvo su importancia durante siglos. Esta es la portada de una edición en español, impresa en Madrid/España, el año 1658.

 

Aparte de esto, el «Belyniz» …«a tal vertud que tuelle (quita) la dolor que se faz en la media cabeça, a que llaman en arábigo xaqueca et en latín migranea». Virtud que se logra con sólo colgar el Berilo …«sobre aquella parte do es la dolor». Mucho debía entonces preocupar el síndrome jaquecoso, ya que más adelante, bajo Escorpio, se describen las piedras «Nificer» y la «Murufez», no identificadas y también sanadoras …«del dolor de la media cabeça, aque llaman en griego Cefalea», bastando para ello con llevarla colgada encima.

 

4. «Dela Piedra aque llaman Coral Negro» (Tauro)

Esta «Piedra» (?) se usó, como muchas otras, contra la epífora, lo que hace sospechar que las dacriocistitis crónicas eran entonces un serio problema. El Lapidario dice al respecto: …«Et quando le queman e le fazen polvos, presta (ayuda) mucho a enxugar la lágrema que viene a los ojos et, por ende, es bona para meter en los alcoholes (colirios)».

Dioscórides otorga al Coral negro o «Antipaté», idénticas virtudes que al rojo, que …«extirpa las cicatrices que dan fealdad a los ojos». Por su parte, Laguna añade varias indicaciones médicas, pero ninguna oftalmológica.

 

5. «Dela Piedra Querc» (Tauro)

Es el «Ágata»; y de nuevo las supersticiones, pues sirve para hacer sortijas o dijes, ya que …«al que la trae consigo, nol puede nozir oio malo (no le puede dañar otro ojo malo), nin obra de nigromancia, nin estas cosas que llaman encantamientos».

Es decir:el Ágata se usaba como amuleto protector contra el «contagio» de una persona sana, a partir de otra enferma; y no nos referimos a un posible contagio infeccioso, ya que entonces se desconocían bacterias, virus, etc. Nos referimos a determinadas enfermedades, como p.ej. el estrabismo infantil, achacado antaño y durante muchos siglos al maligno influjo de un ama de cría bizca que, al mirar, aojaba al lactante y le transmitía así su dolencia.

Pero también el Ágata se usaba como verdadero medicamento y, por ello, los Físicos …«meten desta piedra en las melezinas delos ojos, moliendo la y poniendo dentro dellos, ca (pues) ella a tal vertud, que tuelle aquella manciella blanca (quita aquella manchita blanca) que se faze en los ojos, aque dizen Nuf (a la que llaman Nube), de cualquier animal que la haya, e mayormiente al omne, porque es mas ordenado a sufrir melezina (sobre todo al hombre, por estar más dispuesto a medicinarse)».

Comprobaremos numerosas veces, cómo los leucomas corneales debían ser muy frecuentes en épocas de Alfonso X, pues así lo hace suponer la gran cantidad de «fármacos» aconsejados para aclarar estas «nubes» de la córnea —con toda seguridad—, secuela de úlceras y, muy probablemente, serpiginosas con hipopión, del tipo de las «úlceras del segador» de hace años. Por cierto que la Manciella (mancilla o mancha, y nuf o nube) tuvo muchos otros nombres:albugo, albugen, albúgine, álbula, paño, blancor, blancura, etc. [véase el «DETEMA» de M.ª Teresa Herrera y cols. (23); Salamanca, 1996].

 

6. «Dela Piedra del Algodón» (signo de Tauro)

Es el «Amianto», …«et la vertud deste algodon es atal que non se quema por fuego». Pero, una vez pasado por éste …«fázenlo polvos, et métenlos en los ojos, porque tuelle (quita) la lágrema et toda la humidat que a en ellos». De nuevo la famosa epífora…

Dioscórides no aporta indicaciones oftálmicas, pero entre los nombres que se daban a esta «Piedra», estaba el curiosísimo de «Salamandra Lapis», es decir, «Piedra Salamandra», debido a la vieja leyenda de que las salamandras resistían perfectamente el fuego.

 

7. «Dela Piedra que a nombre Atarraz» (signo de Tauro)

No hemos logrado identificarla o localizarla, ni en el Dioscórides. Su propiedad más característica es el efecto depilatorio, ya que …«si untaren con ella los logares onde messaren o rayeren (arrancasen o extirparan) los cabellos, nunqua más nasçeran». De ahí, su empleo oftalmológico para …«guarescer los omnes (curar a los hombres) que an una enfermedat aque nascen los cabellos en los ojos, que les embarga (impide) el dormir et el ver». Claro queda, que lo usaban para eliminar las agresivas pestañas mal implantadas, en casos de entropión, triquiasis, distiquiasis, etc.

 

8. «Dela Piedra que fallan al omne (se halla o encuentra en el hombre)»

Descrita bajo el signo de Tauro, es obvio que alude a los cálculos urinarios, pues es la piedra …«que se faze dentro en el cuerpo, assí como en la vexiga o en los rennones»

También se utilizaba contra los leucomas, ya que …«quando la muelen et la ciernen mucho, et la echan en los ojos que an la manziella aque llaman nuf (nube), dessata la (la disuelve). Pero esto non lo faze luego al hora (al rato), mas husando la algun tiempo». Imaginemos por un momento, la impresión que sufriría un «Físico» de entonces, si presenciara las actuales queratoplastias o un tratamiento con «Lasik».

 

9. «Dela Piedra aque llaman Lotarican» (Tauro)

Procede de Armenia; no identificable. También es útil para la epífora: …«Si lo ponen en los ojos daquel a que corre lágrema, o otra humidat, vieda lo otrossi (también lo impide), ca maravillosamiente es grand la fuerça que a en retener et en enxugar toda cosa humida». Esperemos poder localizar piedra tan prodigiosa, que evitaría las pesadas dacriocistorrinostomías…

 

10. «Dela Piedra aque llaman Zarocan» (Geminis)

En nota a pie de página, Rodríguez Montalvo (22) sospecha que «Zarocan» es una posible corrupción del hebreo Azodem (mármol) y que Laguna en el Dioscórides transcribe como Galactite (la actual galactita). Dice el Lapidario que …«presta mucho a las postemas que se fazen en los ojos». También es la Galactita la piedra «que a nombre Lechar» o «Lechera» que, según Dioscórides, es …«útil a las reumas y llagas que molestan a los ojos». En cuanto a la «Piedra que a nombre Lechar», el Lapidario la engloba bajo el signo de Cáncer, y dice que …«si la ponen sobre los ojos del qui corre lágrima, vieda lo»; es decir, que impide el lagrimeo.

 

11. «Dela Piedra aque llaman Barcaduniticaz» (Géminis)

Inindentificable; aprovecha …«quando es bien molida et cernida, pora las llagas que se fazen en los ojos».

 

12. «Dela Piedra que fallan en el vientre de la Golondrina» (Géminis)

Son piedras de maravillosos efectos en la catarata, siempre que se muelan con un mazo de oro… Después, …«se meten los polvos della, bien molidos, en los ojos del qui los tiene claros et non vee por agua que tiene encerrada en ellos». «Agua» (aygua, aigua, etc.), en castellano y catalán medieval, es la catarata, usándola así muchos autores, como p.ej. el Mestre Joan Jacme (8), traductor de Alcoatí (7) (fig. 10) en el S. XIV. La frase antecedente «del que tiene los ojos claros», en nuestra opinión, pretende resaltar que la córnea está libre de opacidades o «nubes», y que no existe más que la catarata o «agua».

 
Fig. 10. «Figura de l’ull» (Figura del ojo), según el médico árabe Alcoati. El «Libre de la Figura de l’uyl» fue traducido del árabe al catalán en el S. XIV, por el Mestre Joan Jacme. Esta obra fue «exhumat i presentat» por Lluis Deztany (Imprenta la Renaixença, Barcelona/España, 1933).

 

13. «Dela Piedra que es diente de cangrejo marino» (Géminis)

«Si la meten, molida et fecha polvos, en los ojos, esfuerça el viso». Por si fuera poco y refiriéndose a los ojos, también …«sana la sarna et tuelle la comezón que a en ellos». Lo de la «sarna» de los ojos es expresión que sin duda se refiere a las blefaritis.

 

14. «Dela Piedra que paresce (aparece) en la mar quando se pone la Luna»

Curiosa piedra esta, del signo de Cáncer, que —cuando sale la Luna— se va al fondo del mar; pero cuando la Luna se oculta …«alçase e anda sobre el agua», añadiendo el autor que …«seyendo ella muy negra, que más no podría, le passa el viso bien como a crystal». Y no nos choca que la califiquen de «gran maravilla», pues …«el qui la trae colgada entramos los oios (entre ambos ojos), vee tan bien de noche como de día, sin candela et sin otra lumbre ninguna». Indudablemente, con ella estaba resuelto el problema de la iluminación…

Dioscórides describe una «Piedra Lunar» o «Selenite», sin utilidad en Oculística y que no parece tener nada que ver con ésta que acabamos de mencionar.

Bajo el signo de Sagitario, el Lapidario recoge de nuevo otra «Piedra que parece en la Mar» y que podría ser la «Batraquites» o «Esmeralda sagrada de los Coptos», con la que se evidencian bien las supersticiones de la época, pues dicha piedra tiene …«tal vertud, que si la vee víbora o otra culebra, quiébranle luego los ojos et muere».

También, pero ahora bajo Capricornio, está una «Piedra que aparece en la Mar, quando sube Saturno», piedra tampoco identificada y sobre la que el Lapidario confiesa su …«Mucho estranna vertud, que si omne o mugier se catare en ella como en espejo (se mirara en ella como en un espejo), esfuerça mucho el viso (da mucha fuerza a la vista); mas si otra animalia lo faze, pierde la vista».

Por último, y bajo Acuario, hay una cuarta y última «Piedra que aparece en la Mar», tampoco identificada y cuyas propiedades son notables, porque hay en ella …«una vertud muy mala, que si la cata (la mira) alguno, quando Saturno está so la Tierra, ciega; et catando mientra es la estrella sobre la Tierra, non faz mal. Et si el omne la tiene consigo quando duerme, fázele roncar roncos grandes et muy feos»

 

15. «Dela Piedra aque dizen plomo» (signo de Cáncer)

El plomo quemado, metiéndolo en los ojos, les hace mucho provecho …«ca enxuga la humidat dellos, e sana las llagas que se y fazen (que allí se forman)». Dioscórides describe el «Plomo lavado», que es una finísima limadura de plomo en agua, que «reprime los humores que suelen destilar a los ojos».

 

16. «Dela Piedra del Almagnicia» (Cáncer)

¿Sílice? ¿Esmeril? Una vez molida …«entra en los polvos que se fazen para los ojos et lava las suziedades». ¿Quizás por el efecto irritante del abrasivo y el lagrimeo provocado por ello? Dioscórides usa el polvo de esmeril para la limpieza de dientes, pero no hace ninguna indicación oftalmológica.

 

17. «Dela Piedra del Argent vivo» (signo de Cáncer)
Es el «Cinabrio» o «Piedra del Mercurio»; todavía al mercurio llaman en francés «vif argent» o «plata viva».
Resulta interesante la advertencia del riesgo de intoxicación mercurial, pues tras quemar esta piedra, …«al omne que alcança el su fumo, faz le paralítico et tremerle (temblarle) los miembros, et perder el oyr, et muchas otras enfermedades».
Dioscórides habla del cinabrio, argent vivo y azogue, pero sin apuntar nada de interés en Oculística.

 

18. «La Piedra que a nombre Calcatar» (Virgo)

«Calcatar» viene de «Xalkós» = Cobre. Los compuestos y derivados de este metal adoptan numerosos nombres, que se prestan a posible confusión. De entrada, el Lapidario incluye la Piedra llamada «Azech» (azeche o aceche), que tiene cuatro variedades:«Çori», «Calcatar», «Calcadiz» y «Calcant»; G. Mensching (26), en su libro «La Sinonima delos nonbres delas Medeçinas griegos e latynos e arauigos» (1994), dice que el «Calcatar» es el «Aceche» (vitriolo verde, caparrosa o sulfato ferroso).

Dioscórides, de entre los compuestos de cobre, cita «Calcanto», «Caparrosa», «Vitriolo» y «Coperose»; y añade «Calcítide», equivalente a «Calcotar», «Misy», «Aceche» y «Sory».

Esta «Caparrosa» o «Coperose» recién citada, también puede motivar confusiones, ya que existen los sulfatos hidratados de:

  • Cobre, o «Caparrosa Azul».
  • Zinc, o «Caparrosa blanca».
  • Hierro, o «Caparrosa verde», aunque hay variedades roja, ocre y gualda.

El Lapidario alfonsí resalta la cualidad astringente del «Calcatar», por lo que …«entra en las melezinas que fazen pora la humidat de los ojos et pora la lágrema que sale dellos».

Dioscórides también abordó el tema del «Calcítide o Calcotar», …«especie de caparrosa», la cual …«tiene la facultad de mundificar (limpiar), de excitar calor, de hacer costras y de repurgar cualquier impedimento de los ojos y los lagrimales». Y más tarde prosigue: «Quemada y deshecha con miel, es más apta para las medicinas útiles a los ojos. Resuelve la callosidad de las pálpebras y adelgaza sus asperezas. Instilada como colirio, es remedio contra las fístulas».

Bastantes páginas después y bajo el signo de Sagitario, el Lapidario habla «Dela Piedra aque dizen Calycon», nombre igualmente procedente del «xalkós» griego, al que «los arábigos le dizen Ceni». Hay que advertir que «Sini» es cobre en árabe.

Por último, también el Lapidario habla del «Arambre», con significado de cobre o bronce, y añade …«Et si el omne oviere torcimiento de boca, e le metieren en casa oscura, et se catare (se mirase) en espejo que sea fecho deste arambre, sana». Recordemos que los espejos se hacían antiguamente con láminas de metal muy bruñidas (cobre, bronce, plata, etc.) y que los de cristal vinieron mucho más tarde. De cualquier modo, no era mala forma de curar una parálisis facial con sus complicaciones oculares (lagoftalmía, etc.).

 

19. «Dela Piedra que a nombre Harmínica» (Virgo)

¿Harmínica = Arménica?; es probable, aunque de todos modos no parece fácil su identificación. …«Si esta Piedra pusieren sobre el ojo que aya dolor, tuelle gela (se lo quita). Et si la polidura della metieren en él, aviendo la enfermedat aque dizen Obtalmía, sana». Aunque la forma corriente para definir una inflamación ocular —especialmente de la conjuntiva— era decir «Oftalmía», el «DETEMA» de M.ª Teresa Herrera (23) añade estas otras formas atestiguadas en viejos escritos:«Abtalmja, Obtalmia, Obtalmias, Obtalmie, Obtalmja, Optalmia, Otalmia y Otalmja»; así que no debe extrañar que el Lapidario escriba «Obtalmía».

El Lapidario alfonsí describe a la Harmínica como piedra que, recién extraída, es amarilla; y después «tornan negras»; por ello no nos explicamos esa confusión con el «Lapislázuli» que, en sus anotaciones al Dioscórides, Laguna atribuye a los árabes. Por cierto que el propio Dioscórides no aporta otra aplicación oftálmica de la «Piedra llamada Armenia» (sin duda la «Harmínica» del Lapidario), que su poder …«de acrecentar y mantener los pelos de pestañas y cejas». Finalidad más de cosmética que de terapéutica ocular.

 

20. «Dela Piedra que a nombre Axufaraquid» (Virgo)

Mezclaba con sangre de cabrito, se disuelve; y untada …«sana la enfermedad que se faz en la vena de los ojos» (?). El nombre de la piedra es indudablemente árabe, pero no hemos sabido identificar ni la piedra ni la enfermedad citada.

 

21. «Dela Piedra aque llaman Tutya» (signo de Capricornio)

También se la llamó «Atutia», «Atuthia», «Thutia», «Tutiya», Tucia, etc., y fue uno de los productos medicamentosos más pródigamente usados desde la Edad Media. Según Laguna (1555), la Tuthia común o Cadmia es el hollín que se levanta del cobre u otros metales quemados, si bien ahora se identifica al Óxido de Zinc. Se empleó en forma de polvo fino, y también disuelta en orina de niño, agua de rosas, vino, etc. El Lapidario alfonsí aconseja muy especialmente la lavada con vino, que …«enxuga la lágrema de los ojos, et vieda la que no corra (y la impide caer)».

Una variedad es la «Tutya verde» (signo de Capricornio), que …«tuelle la tela de los ojos (¿«tela», en este caso, es catarata o pterigión?), et es bona para las llagas cancerosas et otrossí alas ampollas et alas llagas de los ojos». Otra variedad, de color amarillo, es la «Tutya espannola», por nacer en «Tierra d’Espanna», la cual hace que …«las humidades no pasen a los ojos, et esfuerça el viso et agúzale».

Quisimos investigar si las viejas boticas castellanas aún conservaban tarros de Tucia en sus anaqueles y, sin ir más lejos, en Sepúlveda (Segovia) los hemos hallado (fig. 11); el tarro —¿del siglo XIX?— aún conserva abundantes residuos del producto y corrobora que fue un fármaco usado en la Medicina y Oculística de todos los tiempos. Así se entiende que la voz exista en viejos Diccionarios, como «Autoridades» (270 (1726), Hurtado de Mendoza (28) (1840), Peñalver (29) (1849), Bouchut y Després (30) (1878), etc., y que persista incluso en el último de la Real Ac. Española de la Lengua (31) (1992). Igualmente, la Tucia figura elogiosa e insistentemente recomendada en innumerables libros de Medicina, como los de López de Villalobos (32,33) (1498) o Farfán (34) (1592), y de Oftalmología como el Mexía (35) (1814), etc. Nosotros mismos, hace años, hemos recetado con frecuencia pomadas de Óxido de Zinc, bien sola o asociada a Ictiol o resorcina, que jamás faltaban en los vademecum oculares o dermatológicos.

 
Fig. 11. Tarro de farmacia con restos de «Tucia», que conserva la vieja botica castellana de D. Pedro Manuel de Miguel Abad, en Sepúlveda (Segovia), lo que sugiere que dicha sustancia pudo haber sido usada hasta tiempos relativamente recientes.

 

Bajo el signo de Virgo está la «Piedra que a nombre Çumidum». Al parecer, también se trata de la «Atutia», y con ella se hacen colirios, para …«sanar el albura (albugo) del ojo, que se faz manziella (manchita), et otrossi la unniella que quiere salir dél por grand dolor». «Unniella», literalmente es «uñita», que es como llamaban al Pterigión; suponemos, pues, que se trate de esta enfermedad en grado incipiente. Similares indicaciones tiene otra «Piedra aque llaman Tarnicen» (s. de Libra), que probablemente es una variedad de jaspe.

 

22. «Dela Piedra que a nombre Kinfar» (Virgo)

No identificada. …«Si los polvos della ponen en los ojos en que se fazen forados (agujeros), guaréce los (los cura)». No vemos clara la enfermedad a que se refiere: ¿Quizás úlceras corneales perforadas?

 

23. «Dela Piedra aque dizen Elbehta» (Libra)

No identificada; su nombre puede ser hebreo. La atribuyen poder hipnótico al ser mirada, descrito en esta simpática forma: …«Quando la alguno vee, abre la boca et los ojos, et catándola bien (mirándola mucho) está assí desmayado como si fues conjelado por atomecimiento de frío, et nunqua puede los ojos della partir (apartar), fata que gela tuelgan delante o la cubran con alguna cosa (hasta que se la quiten de delante o la cubran con algo)».

 

24. «Dela Piedra Fendida (hendida)»

Signo de Libra y no identificada:…«Si la muelen et la mezclan con leche de mugier, et la meten en los ojos, sana las llagas hondas que se fazen en ellos, et cierra las, et tuelle otrossi la grossura (quita también la grasa) que se faze en las sus cuencas». Es dudoso si el beneficioso efecto se debía a la piedra o a la leche; la leche de mujer se empleó mucho en la Oculística árabe y probablemente de ellos proceda esta fórmula. Aún hoy, hace escasos años, oimos en París proponer un colirio de calostros para la sequedad ocular.

 

25. «Dela Piedra aque dizen Marcassita» (signo de Libra)

Es el sulfuro de hierro, Dioscórides, sin embargo, define la marcasita como equivalente a la Pirita de cobre; cosa quizás debida a la existencia de varias clases de pirita (de cobre, hierro, arsenical, magnética, etc.), si bien la clásica es la de hierro.

El Lapidario propone la Marcassita …«para toller (quitar) la tela que se faz en los ojos». Esta «tela» lo mismo podría ser un pterigión que una catarata, etc.

Una variedad de la anterior es la «Marcassita argéntea» (bajo signo de Libra y color plateado), que da fuerza a la vista; y otra, la cobriza, que quemada y pulverizada, cuando …«la meten en los ojos, tuelle la carne sobejana (quita la carne sobrante: ¿cáncer, papilomas, etc.?) que se faz en ellos, et esfuerza el viso, et desfaz el venino que está allí encerrado, et tuelle el panno» (quita el paño: ¿pannus tracomatoso?).

Interesantísimo nos ha parecido el siguiente hallazgo, donde se describe perfectamente una lente convergente: la vulgar «lupa».

 

26. «Dela Piedra aque dizen Cristal» (Escorpio)

Se trata sin duda el Cristal de roca, cuya formación es descrita de esta original manera: …«La materia de que se faze es agua conjelada, que se congiela et empedreze». Y sigue: …«fazen della cual figura quieren, et si la figura es bien redonda et la ponen al sol, quema lo que falla ante sí que sea de quemar. Pero esto no faze por su vertud, si no por la claridat que es en ella, et por los rayos del sol que la hieren, et otrossí por la redondez de la forma que a». Un poco más y se anticipa a nuestro genial José Morón Salas (36) describiéndonos por primera vez en el mundo la Fotocoagulación retiniana.

Bien es cierto que esta propiedad de encender fuego con «lentes» de cristal de roca se conocía de mucho antes y ya el «Lapidario Orfico», al hablar de él, se expresa así: …«Escucha, pues, para que conozcas la fuerza de la reluciente piedra. Si tú quieres encender llamas sin el impetuoso fuego, te invito a que la deposites sobre resinosos leños secos; entonces ella, frente al Sol brillante, enseguida proyectará sobre las teas un tenue rayo de luz, pero cuando penetre en la seca y resinosa madera, se levantará humo, y después un poco de fuego, e inmediatamente abundante llama. Éste es, en efecto, el que los antiguos dicen Fuego Sagrado». Y es que ya los magos persas encendían en sus altares —por este medio— el fuego que para ellos simbolizaba el Sol.

Más tarde, en la Alta Edad Media (S. VI), el mismo San Isidoro («Etimologías»; Libro XVI, cap. XIII:«De las Gemas cristalinas») abunda en lo mismo y dice:…«El Cristal es brillante y de color acuoso. Se dice que es nieve congelada por espacio de muchos años». Se cría en Asia, los Alpes, etc., y …«la prolongada y añosa crudeza de estas regiones es la que ha formado estas gemas que se llaman Cristales. Expuestas al Sol, de tal manera le roban sus rayos, que dan después fuego a las hojas y hongos secos».

Hemos de alabar, no obstante, la enorme sutileza del Lapidario alfonsí, al atribuir esta virtud del Cristal …«a los rayos del Sol que la hieren, e a la redondez de la forma que a», cosa que no concretaban los otros textos mencionados.

Tal como vemos, tanto las «Etimologías» como el «Lapidario» alfonsí aceptan que el Cristal de roca se genere a partir del hielo: …«Agua que se congiela et empedrece». Esta idea, ya expuesta por Plinio el Viejo (23-79 d.J.C.) en su «Historia Natural», fue sin duda recogida por San Isidoro (S. VI) y Alfonso X (S. XIII); y perduró, universalmente admitida, hasta el S. XVI en que el Dr. Laguna, en sus anotaciones al Dioscórides (Libro V, cap. 44), se siente obligado a denunciar el error y lo hace en esta forma: …«Quieren algunos que las Piedras claras y transparentes, de agua sola congelada con gran frío se engendren; y ansí dizen que el Crystal no es otra cosa sino un yelo muy congelado, en lo que toscamente se engañan. Porque si fuesse assí como ellos afirman, todas las piedras relumbrantes nadarían encima del agua, como suelen nadar los yelos; empero consta que se van de súbito al hondón. Y ansí conviene tener por cierto, que juntamente con el agua concurrió, para las engendrar, alguna porción de tierra muy limpia y purificada. Demás desto, el Crystal tiene siempre figura exángula, ò de seys esquinas; la qual no tendría si fuese yelo, pues se cuajaría siempre de diversas formas».

El segundo Lapidario alfonsí, «Libro de las Piedras segun las fazes de los Signos», describe varias piedras sin aportar indicaciones terapéuticas; pero nos pareció interesantes que, al tratar «de la piedra que llaman Cristal», se incluya esta curiosa expresión: …«Et que descenda sobresta piedra la vertud de omne que aya la cabeça tuerta». No hay duda de que «Cabeça tuerta» (torcida) era una forma medieval de decir «Tortícolis» (37,38).

 

27. «Dela Piedra aque llaman Cobre» (Sagitario)

El Lapidario alerta sobre la toxicidad del vulgar «cardenillo»:…«Qui usa de comer o de beber en este cobre, fázele muchas enfermedades» y …«danna todas sus complixiones (estructuras)». Sin embargo… «Son bonos los polvos desta piedra pora adelgazar la grossura que se faz en la cuenca de los ojos, et otrossí pora sanar la sarna dellos, et pora esforçar el viso, et enxugar las humidades que en ellos se fazen». Vemos, pues, las múltiples aplicaciones del cobre, que debió ser elemento importante en la farmacoterapia de antaño; nosotros aún tuvimos ocasión de ver dar toques con la piedra de sulfato de cobre, sobre la conjuntiva tarsal superior afectada de tracoma.

El Dioscórides-Laguna aporta también diversas formas del cobre: quemado, flor y escamas de cobre, y cardenillo, con diferentes aplicaciones oftálmicas. Incluso en 1616, J. Sorapan de Rieros (39) («Medicina Española contenida en proverbios vulgares») dice:«Exprimesse assí mesmo de los huevos duros, y de un poco de cardenillo, azucar piedra y alumbre (véase n.º 33: Piedra Axep), todo mezclado, un azeyte admirable para clarificar la vista».

 

28. «Dela Piedra que a nombre Maçaconia» (Sagitario)

El nombre procede de «Mashaqûnia», una mezcla de plomo, cobre y alumbre con que los árabes esmaltaban sus famosas cerámicas. La «Maçaconia» …«sana la blancura que se faz en los ojos (leucomas), et tuelle la hunna dellos (les quita la uña o pterigión), et otrossí enxuga la humidat que a y (que hay en ellos)».

 

29. «Dela Piedra que a nombre Apegador de oro» (Sagitario)

Es la «Crisocola» o silicato hidratado de cobre, usado antaño para soldar el oro. Era útil para los ojos …«ca tuelle la sarna dellos, et sana de la enfermedad aque llaman obtalmía, ca apega las partes dellos, unas con otras, que son departidas (separadas)». Nosotros interpretamos esta última frase como que despega los párpados adheridos por los exudados típicos de la oftalmía o conjuntivitis.

 

30. «Dela Piedra que fallan en la fiel (hiel) del toro» (Sagitario)

Lógicamente una colelitiasis bovina; pero para que este cálculo sirva, hay que matar al toro en fase de luna creciente…

Su utilidad en Oculística es varia. Veámoslo: …«Et su propiedat es que si la mezclan con polvos que son para los ojos, esfuerça los nervios et aguza el viso (da fuerza a los nervios y aguza la vista)». «Et si la amassan con yerbas frías, et untan con ella las postemas calientes (abscesos), sánalas; et otrossí faz a las llagas corrosivas aque llaman formiga». Creemos que las «llagas corrosivas» y la «formiga» (hormiga) serían las úlceras corneales perforadas, con enclavamiento de una punta de iris, tal como ya aclaramos en la Introducción. Se debía a que la pequeña hernia iridiana asomaba como un punto negro, semejante a la cabeza de una hormiga.

Y sigue después: …«Et si la amassan con çumo dacelgas, et la ponen en las narizes al que tiene la enfermedad aque llaman catarayta (catarata), et es que tiene los ojos claros et no vee, sana luego usándolo». Lo cual no dejaba de ser una buena manera para evitar la arriesgada reclinación del cristalino que se hacía entonces.

 

31. «Dela Piedra que sume la miel» (Sagitario)

No identificada; es descrita como una piedra porosa que absorbía la miel o el azúcar que pusieran cerca. Era una verdadera panacea, ya que …«el que la troxiere (trajera) consigo, seerá seguro de no aver ninguna enfermedat en los ojos, ca esfuerça mucho el viso». Y esto, con sólo llevarla encima…

 

32. «Dela Piedra de la Sal» (Sagitario)

Sea sal gema («minera») o marina, se resalta en ambas su acción deshidratante de los tejidos orgánicos. Mezclaba con otras medicinas, era buen para quitar …«la hunna que se faz en los ojos» («uña» o pterigión).

Ya Dioscórides, en el Libro V, cap. 84 a 87 de su «Materia Medicinal»; destacaba su utilidad para consumir …«las carnosidades y uñas que deforman los ojos». En cuanto a la llamada «Flor de la Sal», Laguna comenta que algunos como Catón aseveran que es la sal negra común, vuelta blanca artificialmente (sal refinada de ahora); aunque la mayoría piensa que …«ansi como se cría el orín sobre el hierro, ni más ni menos sobre la sal suele engendrarse cierta salumbre roja y como mohosa, la qual se llama su flor». Y esta «Flor de la Sal» también tenía, para Dioscórides, ciertas aplicaciones en Oculística, ya que …«es útil a la flaqueza de la vista. Extirpa las cicatrizes, las blanquezinas máculas de los ojos (los albugos) y los humores que a ellos destilan».

 

33. «Dela Piedra aque dizen Axep» (Sagitario)

El «Axep» es el «Alumbre» (sulfato alumínico-potásico), piedra astringente muy usada desde antaño hasta hoy (fig. 12), y que el Lapidario indica para …«toller la tela de los ojos». Ya desde mucho antes tenía el alumbre una acreditada tradición terapéutica; el mismo Dioscórides ya lo recomendaba por su …«fuerça de calentar, de restriñir, de mundificar (limpiar) las cosas que obscurecen la vista, de resolver las carnosidades que suelen engendrarse en las pálpebras, y de consumir otras qualesquier excrecentias» (¿neoplasias?).

 
Fig. 12. El Alumbre es otra de las «piedras» descritas por Dioscórides (S. I d.J.C.) reseñada en el «Lapidario» de Alfonso X el Sabio, y localizable en las actuales farmacias. El tarro de esta fotografía es también de la farmacia sepulvedana de D. Pedro M. de Miguel.

 

34. «Dela Piedra que llaman Bizedi» (Sagitario)

Es el «Carbunclo» o «Carbúnculo», variedad de granate, del que se pensaba que lucía en la oscuridad como un ascua. El Lapidario explica que, si se la expone a los rayos del sol, …«faze mucho menguar el viso» del hombre que después la mire.

 

35. «Dela Piedra que a nombre Muludintaz» (Sagitario)

Al parecer es Óxido de Plomo o «Litargirio» (fig. 13), bueno para los ojos, ya que …«tuelle la blancura dellos» (les quita los leucomas).

 
Fig. 13. También tarro de Litargirio persiste en la Botica de Sepúlveda (Segovia), cuya fotografía pudimos hacer gracias a la amabilidad de su dueño actual. Su abuelo, también farmacéutico, aúl lo usaba.

 

Para esto mismo sirve otra piedra descrita después, que es la «Piedra de aguzar» (de afilar), tras ser molida y aplicada a los ojos; probablemente se quería aprovechar su acción abrasiva.

Dioscórides también cita el Litargirio y sus variantes de plata y oro, el cual …«sirve a las medicinas que se hazen para los ojos», sin especificar nada más.

 

36. «Dela Piedra aque dizen Zebech» (Capricornio)

Es el Azabache, que, molido y mezclado con las medicinas que dan fuerza a la vista, …«presta mucho» (ayuda mucho). Pero hay más, porque …«Si fizieren della espejo, et se usaren y a catar (se empleasen para mirarse en él), esfuerça mucho el viso, quier sea flaco por vejez o por enfermedad (da mucha fuerza a la vista, bien esté disminuida por vejez o por enfermedad)». Y casi igual dirá Laguna en sus anotaciones al Dioscórides: …«alcoholanse con ella los ojos, porque aguza y esclarece la vista».

Por su parte, el «Lapidario Orfico» destaca en el azabache la curiosa propiedad de desencadenar ataques epilépticos, sólo con oler la piedra; por ello, se usaba para desenmascarar a estos enfermos en los mercados de esclavos. La descripción que hace de una crisis comicial provocada por la piedra, es de enorme realismo: …«enseguida los arquea y los derriba en tierra con violencia. Y, manchados con su propia espuma, retorciéndose en todas direcciones, se revuelvan por el suelo». Pero no busquemos el posible efecto de estimulaciones sensoriales fóticas, derivadas de los brillos del azabache, ya que era a partir del olfato como se desencadenaban las crisis…

 

37. «Dela Piedra que a nombre Caldamuquida» (Capricornio)

También resulta asombrosa esta piedra, roja, muy transparente y tampoco identificada, en la cual, quien tenga una vista muy aguda, …«si parare bien mientes en ella (si se fija bien en ella), verá dentro una figura de ciervo, fecho de linnas amariellas (trazos amarillos). Et si la quebrantaren (rompieran), en quantas pieças fizieren della, en todas aparecerá esta figura misma». Pues bien, entre las numerosas virtudes de la Caldamuquida, están que da fuerza a los ojos de quien la mira mucho y… «sana las enfermedades que se fazen en ellos que embargan la vista (que impiden la visión)».

 

38. «Dela Piedra que dizen Alfeixu en caldeo» (Capricornio)

Es la conocida «Piedra pómez» o «Pumita», que, molida finamente, el Lapidario aconseja como abrasivo para limpiar los dientes, raer la escritura de los pergaminos y quitar los leucomas («toller la blancura delos ojos»).

Dioscórides da también a la «Piedra pómez» el expresivo nombre de «Piedra esponja», la cual …«resuelve con su calor todas aquellas cosas que obscurecen la vista».

 

39. «Dela Piedra aque llaman Cahadenyz» (signo de Acuario)

Desconocida y es una pena, porque servía nada menos que para curar la hemeralopia, ya que …«Si los polvos della ponen en los ojos del que los tiene claros (transparentes, es decir, sin leucomas, etc.), et no vee de noche, esfuerça mucho el viso et sana los».

 

40. «Dela Piedra que tira (atrae) la sal» (Acuario)

El Lapidario también la denomina «Alardo», y nos ha sido imposible su identificación. Es lástima, pues hubiera sido un favorito entre los cosméticos femeninos, pues …«si molida la metieren en los ojos daquel aque caen las pestannas, guarda que no cayan et faz las naçer (impiden su caida y las hace nacer)».

 

B. Lapidario segundo:«Libro de las Piedras según las Fazes de los Signos»

Ya dijimos al hablar «Dela Piedra aque dizen Cristal», que el segundo «Lapidario» alfonsí no contiene nada de interés oftalmológico, salvo la expresión de «Cabeza tuerta», que significaría «Tortícolis» (38,39). Pasamos pues, al tercer Lapidario.

 

C. Tercer Lapidario: «Libro de las Piedras según la Conjunción de las Planetas»

Tan sólo describe una piedra con cierta alusión a los ojos. Se trata «Dela Piedra aque dizen Azul», cuya «virtud» es ciertamente curiosa. El hombre que la lleve consigo, en el día y hora en que esté Venus ascendente, y estando frente a la Luna, …«et trayéndola en sortija de latón», hace que …«sea amado de las mugieres, et mayormente daquellas que no ovieren los ojos zarcos (azules)». Y esto mismo ocurriría a la mujer que la llevase por amor de los hombres… Es evidente la aceptación medieval de la Astrología y sus efectos sobre el ser humano.

Dioscórides nos habla también de una «Piedra Azul, o Cerúlea, o Ciano», que no sabemos si se referiría a la misma del Lapidario y carece de utilidad en Oculística.

 

D. Cuarto Lapidario: «Libro de las Piedras ordenadas por el ABC»

No contiene muchas piedras de interés oftalmológico; no obstante hemos recogido los datos que siguen.

La piedra «Anxoniz» (probablemente el ónix», tiene «siete maneras» o formas: negra, parda, roja, amarilla, blanca, azul y verde. La segunda, si la molieren en nombre de algún hombre y mentando su nombre, y se alcoholase con estos polvos …«amar le an mucho et guardar lo an» (le amarán mucho y le protegerán). Respecto a la tercer forma de «Anxoniz» …«si se alcoholase con el fregamiento desta piedra los ojos, será muy mejor recibido en el logar do quisiere casar (desposarse)».

La piedra «Berloz» (el berilo) tiene tal virtud, que quienquiera …«que aya mal en los ojos et se alcoholare con su fregamiento, tirar gelo a (se lo quitará).

La piedra «Didriez» (Dendrites) servía para mejorar el dolor de los ojos, si se alcoholaban con lo que saliera tras frotar dicha piedra con agua.

Por último, de la piedra denominada «Hadit» (hierro), se recoge una interesante virtud y es que …«Dixo Mahomath Arraze (probablemente el médico persa Rhazés), en el Libro de las propiedades de las cosas que, quien colgar (colocara) la limadura del fierro sobre el ojo de quien devaneare (delirase) durmiendo, que non devaneará mientras la toviere».

Y nada más de interés oftalmológico nos dice este cuarto y último Lapidario.

 

IV. CONCLUSIÓN

El empleo de las piedras fue muy corriente en la Terapéutica y la Oculística de hace siglos, tal como hemos mostrado en el presente trabajo. Muchas de esas piedras han seguido utilizándose hasta hoy, si bien ahora se usen tras extraer, purificar y dosificar exactamente sus componentes químicos activos.

Los múltiples «Lapidarios» supervivientes al paso del tiempo, entre los que hemos estudiado y comentado algunos, son documentos de inapreciable valor para conocer el curso de la Medicina, desde épocas muy pretéritas hasta otras mucho más recientes. Todos estos Lapidarios constituyen una excepcional fuente de variados conocimientos, que abarcan desde las enfermedades y sus tratamientos, hasta la Lingüística y costumbres de su época.

 

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