CAPÍTULO 11

Empleo terapéutico del color en las manifestaciones del estrés visual

 

El empleo del color para el tratamiento de ciertas enfermedades tiene una larga historia no siempre avalada por el rigor científico. Podemos recordar aquí el baño de luz de Otto (1901), o el sintonizador que se hizo popular en Estados Unidos sobre la base de una teoría optométrica según la cual el desequilibrio del sistema nervioso autónomo se manifestaba como una preponderancia simpática o parasimpática y daba lugar a una tendencia a la exoforia o a la esoforia, respectivamente. En la estela de estas ofertas terapéuticas se encuentran muchas otras que carecen de respaldo científico, así como una amplia información, también especulativa, sobre los cristales de color, y que tiene su origen fundamentalmente en intereses comerciales.

 

DISTORSIÓN PERCEPTUAL DEL TEXTO Y EFECTOS DEL COLOR

Aproximadamente el 8% de los varones padecen defectos de la visión cromática, disfunción que puede incrementarse frente a la pantalla del ordenador. Diferentes colores, especialmente los altamente saturados y localizados en los extremos opuestos del espectro, a veces parece que se sitúan en diferentes niveles de profundidad en el plano, debido a la aberración cromática, lo que puede inducir una sensación de fatiga ocular. Puede afectarse el contraste simultáneo de color, la adaptación y la percepción de pequeños objetos de color azul (<0,25 grados de ángulo visual) (Williams, MacLeod y Hayhoc,1981).

Frente a las excéntricas afirmaciones comentadas anteriormente, Meares informó en 1980 de que sujetos disléxicos mejoraban con el empleo de gafas con cristales coloreados. También Irlen (1983, 1991) (84) informó que el color tenía efectos beneficiosos en niños que padecían el cuadro que ella bautizó como síndrome de sensibilidad escotópica, puesto que lo atribuía a una sensibilidad anómala de los bastones hoy por hoy sin confirmar. Las manifestaciones de dicho síndrome, también conocido como síndrome de Irlen, coinciden parcialmente con las de la fotofobia y las molestias visuales, e Irlen observó que se atenuaban cuando la página de texto tenía un color determinado, muy específico para cada individuo.

Irlen propuso una gama de cristales coloreados y una técnica personal para elegir y suministrar los cristales presuntamente adecuados en cada caso. En la actualidad, el sistema se conoce como MRC System for Precision Ophthalmic Tinting (Sistema MRC para el tintado de precisión de lentes oftálmicas) y se basa en el empleo de un colorímetro intuitivo desarrollado por Wilkins a partir del modelo inicial de Burnham (1952). Este aparato utiliza un sistema patentado de mezcla de colores que permite modificar de forma independiente y continua los parámetros de tono y saturación manteniendo constante el brillo (luminancia). De esta forma, puede determinarse cuál es el color preciso que mejora los problemas de distorsión perceptual y las molestias visuales. Una vez seleccionado el ajuste cromático idóneo para el paciente (cromaticidad), puede reproducirse con precisión combinando varias lentes de prueba normalizadas, diseñadas para reducir la influencia de la fuente de iluminación. El paciente prueba la combinación de lentes que coincide con los datos de cromaticidad del colorímetro y, en caso necesario, se afina el color hasta dar con el que mejor aliviar los síntomas. La combinación definitiva sirve para fabricar las lentes del color idóneo para el paciente.

El mismo proceso de colorimetría y tintado de precisión se utiliza en la fabricación de láminas de plástico transparente (MRC Intuitive Overlays) y lentes de contacto coloreadas (ChromaGen) cuyo propósito es aliviar los problemas de lectura (85).

Los resultados de los primeros estudios parecen prometedores, pero la optometría comportamental es un terreno en el que resulta particularmente difícil objetivar los datos y extraer conclusiones, por lo que es prudente esperar a que el conjunto de resultados sea más amplio y sólido. Los argumentos formulados por Wilkins para suponer que las lentes coloreadas pueden ser eficaces en la dislexia, la migraña y la epilepsia fotosensible son los siguientes:

1. En los pacientes con epilepsia fotosensible existen muchos datos que coinciden en confirmar que las convulsiones pueden desencadenarse en el córtex visual.

2. En ocasiones, las convulsiones pueden desencadenarse por esquemas listados cuyo carácter epileptógeno se limita a veces a una gama de orientaciones.

Inferencia: el factor desencadenante puede estar muy localizado en el córtex visual, afectando a una pequeña área hiperexcitable con columnas de células cuya especificidad de orientación es la adecuada.

3. Los estímulos visuales que desencadenan convulsiones en pacientes con epilepsia fotosensible provocan en otros individuos sensaciones de molestia visual o percepciones anómalas.

Inferencia: algunos de los efectos perceptuales se deben a una propagación de la excitación por el córtex visual suficiente para excitar las neuronas de forma inadecuada, pero no lo bastante para causar convulsiones.

4. Los individuos con antecedentes personales o familiares de migraña son especialmente propensos a las distorsiones perceptuales que se observan en los estímulos visuales epileptógenos. En las personas con aura visual lateralizada las distorsiones también muestran preferencia lateral.

Inferencia: en estos individuos puede que el córtex visual de uno o de ambos hemisferios sea hiperexcitable.

5. El texto tiene características espaciales que se asemejan a las de los esquemas que causan estrés visual.

6. Leer puede causar efectos visuales anómalos, cefaleas y epilepsia fotosensible.

7. Cubrir las líneas que no se están leyendo y dejar a la vista sólo tres líneas reduce estos efectos adversos.

Inferencia: ciertas características espaciales del texto lo convierte en generador de estrés visual, en particular para los individuos con hiperexcitabilidad cortical.

8. Algunas neuronas corticales están sintonizadas para cierta longitud de onda o cierto aspecto de color. Ninguna puede ser indiferente a la distribución de la potencia espectral del estímulo luminoso.

Inferencia: el color de la fuente de iluminación cambia el patrón de excitación de la red cortical.

9. A la hora de elegir una luz coloreada para leer, los pacientes migrañosos manifiestan una constancia en su elección que no se da en los controles de la misma edad y sexo, y tienden a evitar la luz roja.

10. Muchos individuos refieren que la distorsión disminuye con cierto tipo de luz coloreada, distinta para cada individuo, pero con tendencia a evitar el color rojo.

11. Entre estos individuos son frecuentes los antecedentes familiares de migraña y las cefaleas.

12. Existen varios informes publicados hace varios años y un estudio reciente en los que se destaca la eficacia de las lentes (azuladas) que absorben la luz roja en el tratamiento de la epilepsia fotosensible.

13. Los tintes de precisión (tanto azul como otros colores, elegidos mediante el colorímetro intuitivo) reducen en ocasiones la respuesta electroencefalográfica fotoconvulsiva a la luz con flicker y a los esquemas listados.

14. También reducen las convulsiones en algunos pacientes.

Inferencia: el color que resulta terapéutico modifica el patrón de excitación en áreas locales de hiperexcitabilidad.

15. Los patrones que causan convulsiones tienen características que recuerdan a las propiedades de las células de la vía magnocelular.

16. Es posible que los niños con problemas de lectura tengan un trastorno de la vía magnocelular.

Inferencia: puede que exista una relación entre la disfunción del sistema magnocelular y la sensibilidad a los esquemas estructurados.

 

NOTAS

  1. Irlen H: Reading by the colors: overcoming dyslexia and other reading disabilities through the Irlen method. Nueva York: Avery Publishing Group; 1991.
  2. Harris D y MacRow-Hill S: ChromaGen lenses for use in Dyslexia. A comparative study with the Intuitive Colorimeter. Color vision tested with Ishihara pseudo-isochromatic plates (ed. 1994) and the Wilkins rate of reading test. Optometry Today 1999; 38: 15. 1-3.