CAPÍTULO 10

La lectura

 

Desde las primeras observaciones de Javal (1879-1904) acerca de los movimientos oculares durante la lectura, el perfeccionamiento de la tecnología ha permitido investigar con mayor precisión los mecanismos psicodinámicos de la interpretación de textos. En experiencias recientes se han utilizado la reflexión corneal y dos cámaras de televisión para superponer el punto luminoso reflejado por la córnea sobre un texto leído en una pantalla (Richaudeau). Se deduce de estas investigaciones que los saltos del ojo de punto de fijación a punto de fijación duran aproximadamente 250 ms, con una amplitud de arco de 2° a 5°. Los retrocesos son más breves (170 ms) y el tiempo de pausa del ojo es de 1/4 a 1/3 de segundo.

Los puntos de fijación son de 5 a 7 por línea de unos 50 signos.

Varios autores, entre otros Gabarcek, han demostrado que la longitud de las páginas de lectura crece con el nivel cultural, mientras que el número de verificaciones, el tiempo de lectura por línea y la duración de las paradas disminuye paralelamente.

Richaudeau, confirmando los trabajos de Huey, ha demostrado que los movimientos de los ojos ocupan entre el 5 y el 10 por ciento del tiempo empleado en leer una línea, ya que el 90 por ciento está consagrado a las fijaciones.

Un lector lento lee apenas una docena de signos cuando su ojo está inmóvil, frente a una treintena o más de un lector rápido. Por tanto, la lectura es un acto fisiológico complejo, dinámico, intermitente que requiere la integración de elementos psicofísicos con un alto grado de preparación y ejercitación. Representa un esfuerzo visual complejo en cuyo análisis se incluyen la dimensión del texto y la de los signos, ambos condicionantes del esfuerzo de acomodación; con la forma del texto interviene el esfuerzo de fijación espacial y con la posición del texto el esfuerzo postural.

 

SENSIBILIDAD A LA ESTRUCTURACIÓN DE LOS TEXTOS

Se sabe que ciertos modelos de estructura lineal pueden desencadenar crisis epilépticas en pacientes con epilepsia fotosensible. También se conoce que los mismos esquemas pueden dar lugar a sensaciones poco gratas en personas que, sin tener tendencia a los ataques epilépticos, experimentan episodios de migraña o de molestias oculares.

Los esquemas no solamente resultan incómodos al mirarlos, sino que también inducen una variedad de molestias visuales a veces complejas y difíciles de sistematizar.

Revisaremos las características aversivas que desencadenan según las características tipográficas, densidad de texto, espacios entre líneas, entre tipos, entre palabras, en conjunto la página completa como complejo desencadenante de un episodio neurológico diverso en función de cada paciente.

Los peores modelos de esquema están compuestos por los signos tipográficos en blanco y negro dispuestos en franjas lineales diseñadas en un orden seriado crítico. Dado el carácter y la composición del estímulo en este caso concreto, debe tomarse en consideración el nivel de estimulación:

1. Cuando el modelo es grande.

2. Cuando cada signo tipográfico subtiende alrededor de 10 minutos de arco.

3. Cuando los signos tienen una dimensión y un espaciado determinados (un ciclo de cerca del 50 por ciento).

4. Cuando los signos están impresos de manera que destacan fuertemente sobre el fondo dando lugar a un contraste acentuado.

 

CONSIDERACIONES ACERCA DE UN TEXTO GRÁFICO

La dimensión angular que ofrece un texto gráfico viene determinada por el tamaño de la página (menos los márgenes) y la distancia de lectura. La combinación de la distancia de lectura y el espacio entre líneas determina la frecuencia espacial de la retícula (el número de ciclos espaciales del esquema en un grado de ángulo que subtiende al ojo). Si nos atenemos a las observaciones de Wilkins y Nimmo-Smith (1987) acerca de la escasa contribución de los componentes ascendentes y descendentes de las letras al perfil medio de densidad de las líneas de texto y los ignoramos, la anchura de las líneas depende de la altura de la parte central de las letras o altura x, que se combina con el espacio interlineal para proporcionar una estimación del cociente anchura de la banda/separación entre bandas (duty cycle) de la rejilla constituida por el texto. El contraste de dicha rejilla está determinado por el contraste de la tinta sobre el papel y la anchura y espaciado de los signos, y puede calcularse a partir de la reflectancia de una línea de texto, promediada según el espacio y medida por métodos fotométricos sencillos (Wilkins y Nimmo-Smith, 1987).

Estos autores escogieron un grupo de voluntarios y les solicitaron que seleccionaran de su biblioteca personal libros con texto claro y menos claro. Se les pidió que colocaran dichos libros a la distancia de lectura que les resultara cómoda y midieran las distancia entre los ojos y la página. En los dos primeros estudios participaron estudiantes entre 18 y 25 años. En el segundo participaron adultos hasta los 63 años.

Los textos calificados como «menos claros» se caracterizaban porque el espacio interlineal era más reducido y los sujetos se veían precisados a acortar la distancia de lectura para reducir la frecuencia espacial. El problema se complica cuando el texto es presentado en la pantalla de un receptor o de un ordenador. Trataremos esta cuestión más adelante.

El contraste de los signos tipográficos es más difícil de medir. Para estimar el contraste «medio» de un signo tipográfico se utiliza una fibra óptica con un corte de 100 mm de anchura. Se dirige la luz directamente a la línea del texto y se mide la luz reflejada por la página. Según la posición de la fibra, la reflectancia puede variar. Las diferencias entre el máximo y el mínimo reflectante se utiliza para estimar el contraste de línea del texto para pasajes idénticos impresos en diferentes fondos.

Dentro del conjunto de elementos evaluados, el contraste es muy importante y depende del fondo, la tinta y las dimensiones de la página. Todos estos factores tienen una considerable influencia en los efectos aversivos de la lectura.

 

EVALUACIÓN BIDIMENSIONAL DE LA PRUEBA TEXTUAL

Un texto es un esquema en dos dimensiones y su cualificación con respecto a las líneas depende de las variaciones de densidad en ellas, así como de los cambios que dicha densidad pueda experimentar de una línea a otra. Complementa el cuadro la nitidez de los caracteres, que facilita el contraste en función de la luminancia.

Watt y Wilkins, en unas observaciones no publicadas, aportadas sin mención bibliográfica (77), utilizaron una cámara electrónica para obtener imágenes de un texto bajo diversos niveles de enfoque. De esta forma, las letras del texto diseñaban quedando limitadas líneas distribuidas con una determinada frecuencia espacial y delimitadas por el contraste de color y luminosidad. Se sometieron las imágenes a un procesamiento matemático conocido como convolución. Cada punto o pixel de la imagen era atenuado y sustituido por una mancha de trazado diluido cuya impresión visual dependía obviamente de la intensidad luminosa que alcanzaba al pixel. En las diversas modificaciones de la prueba se mantenía la misma relación de luminancia y espacio.

El pase por los filtros que se realizaba en la convolución permitía el desenfoque de la imagen original de la cámara. El grado de desenfoque dependía de la desviación estándar del filtro: la anchura del trazado conocido como «sombrero mexicano».

 

EFECTOS VISUALES ANÓMALOS, MOLESTIAS OCULARES Y CLARIDAD DE TEXTO

Wilkins y Nimmo-Smith (1987) (78) solicitaron a sujetos normales que mirasen a una letra en concreto en el centro de una página de texto durante 30 segundos. La prueba detectó varios efectos visuales anómalos, correspondientes al conjunto de ilusiones comúnmente provocadas por medio de los esquemas de franjas e incluso los enrejados de forma romboidal débil o atenuada: una ilusión que los sujetos referían con frecuencia como consecuencia del estímulo derivado de los esquemas listados. Cuando se utilizaba un texto densamente tipografiado y la frecuencia espacial se reducía, el tamaño de los enrejados romboidales se incrementaba en el mismo sentido que cuando se reducía la frecuencia espacial de un gráfico.

Se mostraba una prueba con un texto en el que la altura x (cuerpo central de las letras), se ha reducido y, a la distancia habitual de lectura (40 cm), subtiende a 10 minutos de arco en relación al ojo. Las líneas del texto estaban separadas por un espacio similar y el duty cycle del gráfico era próximo al 50 por ciento. El contraste de las líneas escritas se había incrementado reduciendo los espacios entre las letras adyacentes y las palabras. Las características espaciales conformadas en el texto son muy próximas a las que desencadenan los fenómenos de ilusión.

Cuando se mira el texto descrito, con luz intensa las líneas parecen «rielar». Si se mira fijamente una letra en el centro de la página las redes romboidales inician su aparición.

Por tanto, resulta evidente que la comodidad de lectura, la comprensión del texto y el retraso en la aparición de la fatiga dependen de la densidad del texto, de los espacios tanto horizontales como verticales y del contraste de los signos gráficos sobre el fondo.

Parece que los mejores resultados se obtienen empleando tipos de metal caliente. Con la aportación de la tipografía electrónica, los modelos han tendido a modificarse, con mayor dispersión del texto, contraste que puede modificarse en función del aporte tintorial. Todos estos elementos pueden incrementar la falta de confort durante la lectura.

 

ESTRUCTURA DEL TEXTO GRÁFICO

Caracteres de imprenta

Existen cinco formas originarias que constituyen la base de todos los caracteres de imprenta, excepto aquellos signos propios de las lenguas árabe, hebrea, rusa y etíope. Los ideogramas orientales representan un aspecto diferente de esta cuestión.

Estas cinco formas son las siguientes:

  • Gótica
  • Romana
  • Cursiva
  • Escritura
  • Grotesca. Bastón. Lapidaria.

 

La letra gótica predominó durante casi tres siglos en los países europeos occidentales. Fue la empleada en las primeras imprentas germanas y durante mucho tiempo ha sido considerada el carácter nacional de la escritura alemana.

Las versales romanas fueron copiadas de los caracteres lapidarios romanos de los siglos II y I a.C. En el juego de mayúsculas y minúsculas tuvo su origen en la reforma introducida a fines del siglo VIII por el poeta y escritor Alcuino de York por voluntad del emperador Carlomagno (79).

De las primeras minúsculas romanas imperfectas nacen las de Giovani da Spira, en Venecia en 1469. Un año después aparecían también en Venecia, por obra de Nicolás Jenson, las versales y minúsculas romanas perfectas.

La cursiva, también denominada itálica, fue empleada por vez primera en 1501 en Venecia por Aldo Manucius en la edición de «Virgilio», imitando la bella escritura cancilleresca del poeta Petrarca. El tipo de letra bastón, también llamada grotesca o lapidaria, tiene su origen en las inscripciones lapidarias griegas.

La escritura inglesa apareció durante el reinado de Jorge IV de Inglaterra y fue grabada y fundida por el francés Firmin Didot.

 

ESTRUCTURACIÓN DE UN TEXTO IMPRESO

Legibilidad

Está condicionada por:

  • La forma gráfica de las letras.
  • Los espacios (blancos) internos o propios de las letras.
  • Los espacios blancos entre letras.
  • El cuerpo o tamaño del carácter.
  • La longitud de la línea impresa.

 

A cada tipo de carácter corresponde una longitud de línea con un máximo y un mínimo. Es necesario tomar en consideración para poder juzgar sobre un texto las características siguientes:

Espaciado.
Interlineado.
Márgenes.
Calidad de la impresión.
Resalte.
Contraste.

La lectura se realiza por medio de «fijaciones» en grupos de letras. El tiempo habitual es de medio segundo entre fijación y fijación. Lo que determina el número de fijaciones es la longitud de la línea impresa. Para una mejor legibilidad puede proponerse una línea que contenga entre 39 y 52 letras, espacios incluidos.

 

Disposición

Se trata de la distribución, adaptación y ordenación de los caracteres e ilustraciones con el objetivo de una mayor eficacia y economía.

En la disposición tipográfica se impone una planificación que tiene una doble finalidad: interpretar o establecer una lógica división de los períodos, separando las palabras y las frases para que el lector haga las adecuadas distinciones con pausas y cadencias, y atraer visualmente mediante la estética del conjunto.

 

PREVENCIÓN DE LAS MOLESTIAS OCULARES, CEFALEAS Y ATAQUES EPILEPTIFORMES

Prentice diseñó en 1897 un ingenioso artificio para facilitar la lectura. Se trataba simplemente de recortar en una tarjeta un rectángulo lo bastante alargado para que incluyese una línea completa de texto y lo bastante estrecho para que abarcase solamente una línea en sentido vertical. La tarjeta era negra, para reducir los efectos de difusión de la luz, muy evidentes en los pacientes con cataratas y también en los aquejados de ambliopía o maculopatía, que precisan emplear gafas con ópticas muy potentes.

La ventaja del procedimiento se comprobó en un estudio de Nimmo-Smith y Wilkins (1984) empleando diversos modelos basados en el primer diseño.

También Wilkins y Lindsay (1985) (80) comprobaron que los sistemas de ayudas reducían los riesgos de sufrir cefaleas y ataques epileptiformes en los pacientes sensibles. Las pruebas electroencefalográficas demostraron la eficacia del sistema que ha sido denominado como máscara de lectura.

 

MEJORA DE LOS TEXTOS

Al margen de la utilización de la máscara de lectura, pueden establecerse unas reglas sencillas que mejoren la estructura de los textos y faciliten la lectura con menos efectos secundarios y mayor comodidad.

El primero es obviamente el incremento de los espacios interlineales. Esta modificación tiene dos efectos: el incremento del duty cycle y el decremento de la frecuencia espacial de la retícula gráfica. Ambos cambios reducen claramente los efectos adversos del esquema gráfico lineal.

Incrementar el contraste entre el carácter impreso y el fondo mejora el confort y retrasa la sensación de fatiga visual.

Cuanto hemos expuesto parece evidente, pero plantea el problema del incremento de coste debido a las mayores necesidades de espacio.

En los ya mencionados estudios de Wilkins y Nimmo-Smith (1987) en voluntarios para seleccionar textos, la experiencia demostró que se calificaban como mejores textos los que tenían un espacio interlineal suficiente, pero no ocurría lo mismo en cuanto al espacio entre caracteres o signos. Este espacio podía sufrir un decremento reduciendo las distancias entre los signos en el conjunto de las palabras. También es obvio que las modificaciones especiales que se proponen deben mantenerse dentro de unos parámetros compatibles con una relación apropiada entre la dimensión y el contraste de los signos tipográficos y los espacios intercaracteres e interlíneas.

Interlíneas muy reducidas pueden dificultar la lectura principalmente al terminar una línea y localizar la iniciación de la siguiente. Lunn y Banks (1986) han sugerido que el espacio interlinear puede variar para prevenir la fatiga resultante de la adaptación a la frecuencia espacial.

La búsqueda de palabras aisladas es más rápida en un texto con signos de gran tamaño pero la lectura de un texto continuo es más rápida con signos de tamaño adecuado.

 

Guionado

La lectura se hace más lenta si las palabras están «divididas» por un guión al final de la línea gráfica (Nas, 1988) (81).

Consecuencia de la edad en la lectura. Funciones que declinan con la edad (Czaja, 1988) (82).

1.º Agudeza visual estática y dinámica (objetos móviles).

2.º Adaptación a la oscuridad.

3.º Percepción de signos de bajo contraste.

4.º Visión periférica.

5.º Acomodación.

6.º Percepción del color.

7.º Memoria iconográfica.

 

OPCIONES ALTERNATIVAS

Cuando los ojos se mueven de un punto a otro del espacio, lo hacen con gran rapidez y en forma de series de sacudidas, por lo que reciben la denominación de movimientos sacádicos.

Findlay (1982) y Ottes y cols. (1984) (83) solicitaron a una serie de voluntarios que realizaran un movimiento ocular hacia uno de los dos puntos mostrados en la periferia del campo de visión. Cuando los puntos se encontraban cercanos, los ojos se situaban en un punto del espacio entre los dos puntos y entonces sólo necesitaban de un pequeño movimiento para enfocar uno de los puntos.

Es difícil, si no imposible para los sujetos sometidos a la prueba, mover los ojos directamente a uno de los puntos, aun cuando lo perciban en visión periférica antes de comenzar el movimiento ocular. Corresponde al control del primer movimiento rápido visual en situación de no percibir los dos puntos requeridos.

Los problemas se acentúan cuando el control de los movimientos oculares está comprometido por el flicker.

 

Jerarquía de la percepción de signos

La mayor o menor facilidad perceptiva de los signos y la velocidad de lectura dependen del carácter del signo, que puede ser «lineal» (contorno simple) o de superficie (estructura espaciada).

Atendiendo al carácter del signo, es posible establecer una jerarquía perceptiva:

  • Signo lineal horizontal. Lectura fácil. Corresponde a la posición natural de los ojos.
  • Signo lineal vertical. Lectura difícil y lenta.
  • Signo lineal oblicuo. Lectura difícil y lenta. Las estructuras de superficie (espaciada) son siempre de lectura algo más lenta en sentido horizontal y peor en sentido vertical. Las líneas curvas resultan menos simples que las rectas. Una línea recta se individualiza mas fácilmente que una irregular.

 

MECANOGRAFÍA

Las personas que tienen a su cargo mecanografiar textos desarrollan una tarea muy exigente en relación con su visión. Las investigaciones acerca del problema han puesto en evidencia que tienen más probabilidades de sufrir astenopía que los operadores limitados a una URV (Laubli y cols., 1980).

Se ha constatado que algunas mecanógrafas prefieren ubicar el texto en el lado derecho frente a la opción de colocarlo a la izquierda, porque su coordinación y estabilidad binoculares son más cómodas en esta posición.

Cuando una persona lee, tiende a adoptar una posición de la cabeza de forma que desplaza la posición del texto generalmente un poco a la derecha del plano meridiano. Por esta razón, si el texto que ha de tratarse no se coloca en la posición más grata para la operadora, la estabilidad binocular puede resultar afectada y provocar astenopía (Bedwell, 1978).

También es preciso recordar que la convergencia se mantiene más fácilmente por debajo de la horizontal que por encima, y este detalle, muy importante para las tareas a distancia media y corta, es válido también para los usuarios de URV.

Por tanto, como regla general, la pantalla, el soporte de textos, el material a revisar, etc. han de colocarse por debajo del plano horizontal correspondiente al nivel de los ojos.

 

NOTAS

  1. Visual Stress, p. 72.
  2. Wilkins AJ: Op. cit., p. 73.
  3. La influencia de la escritura carolingia mantenía la i minúscula sin punto, lo que se consideraba una pedantería y se supone que fue el origen del refrán «poner los puntos sobre las íes».
  4. Wilkins AJ y Lindsay J: Common forms of reflex epilepsy: physiological mechanisms and techniques for treatment. En: Pedley TA y Meldrum BS (dirs.). Recent advances in Epilepsy II. Edimburgo: Churchill Livingstone; 1985.
  5. Nas GL:The effect on reading speed of word divisions at the end of a line. En: GC van der Veer & G Mulder (dirs.): Human computer interaction: Psychonomic aspects. Berlín:Springer-Verlag; 1988.
  6. Czaja SJ: Microcomputers and the elderly. En: M Helander (dir.): Handbook of human-computer interaction. Amsterdam:Elsevier; 1988.
  7. Ottes FP, van Gisbergen JAM y Eggermont JJ: Metrics of saccadic responses to double stimuli: two different modes. Vision Research 1984; 24: 1.169-1.179.