Si bien es verdad que “históricamente las VAT han sido las grandes olvidadas” por la sociedad en general tanto social como estatal, la reciente creación “con gran generosidad” de “grupos de autoayuda”, (pág. 4) están permitiendo “dar respuesta a todas las dudas y problemas que, por desconocidos y dolorosos, aparecen con posterioridad a un AT”. Así, la Dirección General de Tráfico dentro del Plan Estratégico de seguridad Vial 2005 – 2008 contempla por primera vez, “la atención a las víctimas y sus familias con el fin de mejorar la respuesta a los accidentes.”


La “ situación traumática que se deriva de un AT, permite al médico en su situación de agente sanitario a través de esta guía “conocer a qué nos enfrentamos y nos ayuda, con lenguaje claro y asequible a encontrar soluciones”, más allá del mero aspecto profesional y asistencial, a “aminorar las consecuencias trágicas y negativas de un siniestro”, ofreciendo “pautas para ayudar a una persona que haya sufrido un accidente de tráfico” (pág. 72) y permitir mediante la comunicación expresar nuestras actitudes, ya que “los consejos bienintencionados no siempre son los mejores”.


“No mentir, es mejor decir no lo sé” y restar importancia a los hechos con expresiones “no es para tanto” o “hay otros peor que tú” pueden ser muy contraproducentes.